El auge nuclear tropieza en Francia
El Gobierno promete revisar a fondo la seguridad tras dos vertidos radiactivos - Medio Ambiente investigará el subsuelo de las 19 instalaciones atómicas
Llueve sobre mojado. Dos vertidos de material radiactivo en menos de diez días y el descubrimiento de que los residuos nucleares resultantes de la fabricación de las primeras bombas atómicas francesas no fueron reciclados, sino escondidos, han levantado todas las alarmas en el Gobierno francés.
Las dudas afloran justo cuando la crisis energética y la explosión de los precios del crudo parecían despejar el camino al regreso de la energía nuclear a través de las llamadas centrales de tercera generación del grupo Areva, sobre las que el presidente, Nicolas Sarkozy, construye su política de expansión industrial, especialmente en los llamados países emergentes.
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La presidenta de Areva, Anne Lauvergeon, acudió ayer al lugar de la fuga para minimizar lo sucedido, pero el ministro de Medio Ambiente, Jean-Louis Borloo, prometió una revisión total de las prácticas de seguridad en las instalaciones nucleares y analizar el subsuelo de los 19 complejos del país. "Hemos tenido dos incidentes de nivel uno, en una escala de uno a siete, que no han tenido consecuencias de ningún tipo, son lo que se conoce como anomalías", dijo Lauvergeon. En su opinión, lo sucedido demuestra simplemente la "transparencia" con la que trabaja la industria nuclear francesa.
Borloo, por contra, anunció que en los próximos meses se analizarán uno por uno todos "los dispositivos de información, de análisis y de seguridad" y se escuchará a los responsables industriales, militares, a los operadores de las centrales y también a las asociaciones ecologistas. "Quiero asegurar a los franceses que serán informados siempre desde el primer momento en que se detecte cualquier incidente".
El de ayer, en la factoría de Areva FBFC de Romans-sur-Isère, en la región de Drôme, está muy lejos de tener la importancia del ocurrido durante la noche del 7 al 8 de julio en la fábrica Socatri, en Tricastin, en la región de Vaucluse, cuando una serie de errores desembocaron en un vertido de 74 kilos de uranio. Areva lo reconoció el jueves y despidió al director de la factoría. Pero la fuga de FBFC en Romans-sur-Isère, donde se fabrica combustible nuclear para centrales de producción eléctrica y reactores de investigación, abre otra serie de incógnitas, esencialmente sobre el mantenimiento de las ya viejas instalaciones nucleares, cuyos sistemas de mantenimiento son ahora puestos en duda por los grupos antinucleares.
Los inspectores de la Agencia de Seguridad Nuclear (ASN) detectaron una rotura en una canalización subterránea que se habría producido hace "varios años", y diagnosticaron que las instalaciones no cumplían la "reglamentación aplicable", que exige una capacidad de resistencia a los golpes que evite la rotura de la canalización.
Los primeros análisis, sin embargo, muestran que no ha habido ningún impacto en el medio ambiente, dado que la cantidad de uranio era muy pequeña, "del orden de algunos cientos de gramos", señaló la portavoz de la ASN Evangelia Petit, a lo que hay que añadir que la canalización se encuentra dentro de un túnel cuya parte inferior es estanca. Esto es lo que ha evitado que se vertiera material radiactivo.
En Tricastin, además, los responsables de la factoría silenciaron el incidente durante varios días, lo que ha dado alas a los críticos con la energía nuclear, que han visto confirmados sus temores ante toda la industria. El Instituto de Radioprotección y Seguridad Nuclear (IRSN) asegura que los 74 kilos de uranio se disolvieron en varias corrientes de agua y desaparecieron con rapidez.
Sin embargo, las mediciones del IRSN detectaron una importante contaminación radiactiva en la capa freática de la zona de la central de Tricastin. Se sabe ahora que 770 toneladas de residuos procedentes de la fabricación de las primeras bombas atómicas francesas en la década de 1950 no fueron recicladas, sino simplemente enterradas.
Este centro militar fue posteriormente absorbido por Areva que, pese a tener los medios para limpiar la zona considera ahora que no es de su incumbencia, lo que ha levantado las protestas de las autoridades locales. De nuevo Borloo salió raudo a asegurar que se verificará el estado de las capas freáticas de las zonas cercanas a todas las centrales nucleares.
Areva, empresa en la que el Estado francés tiene una participación mayoritaria, es el único grupo presente en todos los procesos industriales relacionados con la energía nuclear; desde la minería a la química, pasando por el enriquecimiento de uranio, la ingeniería y la construcción de reactores, y también en todo lo que hace referencia al tratamiento de los residuos, el reciclaje y el desmantelamiento de centrales nucleares.
Actualmente, Areva está construyendo las dos primeras centrales de las llamadas de "tercera generación": una en Finlandia y otra en Francia. Son el modelo con el que Sarkozy quiere renuclearizar el mundo, pero ambas sufren importantes retrasos en buena parte por problemas de diseño, dada su novedad tecnológica.
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