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Cuando los monstruos son las víctimas reales

Isidro Ortiz se acerca al cine de terror con 'Eskalofrío'

"¡Qué horror!", son las dos palabras que la actriz canaria Mar Sodupe quiere que los espectadores digan después de ver Eskalofrío, la película dirigida por Isidro Ortiz que se estrena hoy y en la que ella protagoniza varias escenas de miedo y desesperación.

La trama se centra en una niña salvaje y un joven con hipersensibilidad a la luz
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El director, que ya se adentró en el cine de género en 2004 con Somne, se lanza con una película en la que pretende "contar un cuento al revés, donde los monstruos son los héroes y donde se huye de la luz para refugiarse en la oscuridad". Los dos monstruos que aterrorizan a los espectadores son en realidad "víctimas marginadas por sus padecimientos", afirma Ortiz, que recurrió a dos temas que le fascinan y a los que les ha seguido el rastro: los niños salvajes y la enfermedad del xerodema pigmentoso (XP) que padecen personas con hipersensibilidad a la luz del sol.

"Una de las historias de la que nos nutrimos es la de Kamala y Amala, las niñas indias que fueron encontradas en 1920 por el reverendo Singh de Midnapore en una cueva de lobos", explica Ortiz, consciente de que hay un periodo de adaptación social en los niños; "después de eso, que creo que se produce a los ocho años, es muy difícil que se incorporen a la sociedad. Esas niñas indias fueron llevadas a un orfanato en el que sólo se relacionaron con perros".

En la historia de Ortiz, la niña que siembra el miedo en un pequeño pueblo de montaña es Erika, interpretada por Berta Ros. La niña ha perdido a sus padres y ha crecido en el bosque en estado salvaje. Se presenta en la película despellejando ovejas y atacando a los jóvenes cazadores. Las señales que indican sus apariciones generan varias hipótesis en el pueblo: se trata de un monstruo o un animal, y en última instancia, el forastero raro que acaba de llegar al pueblo con su madre (Mar Sodupe). El otro monstruo-víctima que ha construido minuciosamente Ortiz es Santi, un adolescente que vive en Barcelona con su madre y que por su enfermedad debe ir al colegio por la noche y tiene constantes problemas de socialización. Es él quien empuja a su madre a mudarse a un pequeño pueblo de Asturias donde hay menos luz... y menos gente.

El argumento surgió de un texto de Antonio Trashorras y David Muñoz, que al principio tenía "un tono más vampiresco", explica el director, "pero le dimos una vuelta, porque lo que me interesaba era presentar un espejo del monstruo que podemos llegar a ser los seres humanos cuando no socializamos".

El rodaje, que transcurrió en Asturias y Navarra, y que costó unos tres millones de euros, "fue especialmente duro, hacía mucho frío". El debutante Junio Valverde, que encarna a Santi, se lo tomó muy en serio: como no podía interrumpir el rodaje de algunas escenas, ante las ganas de ir al baño, tenía que aguantarse, pero aprovechaba esa tensión para darle más fuerza al miedo y al frío que su personaje sentía.

"La película se estrena ante el interés de los espectadores por el cine de género que se está haciendo en España", destacan los productores, Álvaro Agustín y Ramón Vidal, en clara alusión al éxito que obtuvieron el año pasado El orfanato y Rec. Ortiz saca pecho con su película y destaca: "En España se están haciendo buenas películas con poco presupuesto y sin pretensiones de emular al cine norteamericano".

Mar Sodupe y Roberto Enríquez, en un fotograma de <i>Eskalofrío.</i>
Mar Sodupe y Roberto Enríquez, en un fotograma de Eskalofrío.
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