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Populares y socialistas se unen en la 'línea dura' contra ETA

Hace sólo tres meses, el 8 de abril, Cándido Conde-Pumpido, el fiscal general del Estado, recibió en el Congreso esta bienvenida del diputado del PP Ignacio Astarloa: "Usted ha convertido su actuación en la burla de la ley"; "ha permitido la vuelta del rostro político del terrorismo al Parlamento y a los ayuntamientos vascos"; "ha dado cobertura a la inaplicación de la ley para favorecer la negociación política con ETA". Ayer, con Astarloa dimitido durante el último congreso interno del PP, Mariano Rajoy dio su "pleno apoyo a la fiscalía" por su decisión de intentar embargar el piso que va a utilizar el terrorista Iñaki de Juan Chaos.

El cambio de línea del PP es radical. Para los populares, este giro obedece al vuelco de la política antiterrorista, que se ha decantado por la línea dura que ellos reclamaban. Para los socialistas, los populares se han dado al fin cuenta de que el ataque a la política antiterrorista no les da réditos electorales y han decidido cambiar de estrategia. Los socialistas recuerdan que esta misma línea dura contra ETA se inició después de que la banda rompiera la tregua, y el PP no apoyó entonces al Ejecutivo como hace ahora.

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"La lucha contra el terrorismo exige acuerdos mayoritarios entre los partidos políticos que son votados por los ciudadanos", sentenció ayer Rajoy. Lo hizo en un acto de homenaje a las víctimas de ETA en el diario La Razón que, también de forma muy significativa, contó con la presencia de María Teresa Fernández de la Vega, la vicepresidenta primera, y José Blanco, número dos del PSOE. También estaba su homóloga en el PP, María Dolores de Cospedal.

Rubalcaba y la AVT

Ambos partidos escenificaron así su unidad en un asunto, el de las víctimas, que les ha dividido los últimos cuatro años. Y en la misma línea de gestos, Alfredo Pérez Rubalcaba, ministro del Interior, recibirá hoy a la nueva dirección de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, el mismo grupo que convocó siete manifestaciones contra la política antiterrorista del PSOE y promovió el juicio del ácido bórico, por ejemplo.

Los populares han tomado la decisión estratégica de hacer oposición básicamente con la economía. Ahí concentrarán los de Rajoy su ataque, convencidos de que el PP mantiene buena imagen como gestor económico -aunque el último CIS les contradice y da más crédito al PSOE como protector ante los efectos de la crisis - mientras Zapatero pierde enteros con cada nuevo dato negativo. En el asunto terrorista, el PP seguirá con su apoyo a las víctimas -Cospedal y Javier Arenas multiplican su presencia en actos de este tipo- pero también respaldará la línea dura del Gobierno.

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