Riqueza
Y crecían, y se multiplicaban, y se elevaban sobre el suelo, como un hongo venenoso, un virus maligno, una plaga de langosta, hileras, e hileras y aún más hileras de torres de ladrillo en medio de ninguna parte. No hacía falta estar avisado, oír la radio, leer los periódicos. Bastaba con salir de Madrid por la A-4 para verlo, para darse cuenta de que el Residencial Francisco Hernando era una insensatez sin límites. Mientras tanto, los datos económicos eran triunfales, la economía española crecía a un ritmo vertiginoso, y al ex alcalde de Seseña José Luis Martín le tocaba, no un cuponazo de la ONCE, como alega hoy en su tragicómica defensa, sino el premio gordo de la lotería del pelotazo urbanístico. Eso opina la Fiscalía Anticorrupción, pero las cifras, un incremento patrimonial de más de 600.000 euros, no son lo peor. Recuerdo las amenazas mafiosas que Paco el Pocero vertía contra el actual alcalde de Seseña ante cualquier micrófono, aquellos "voy a ir a por ti" y "tú te vas a enterar" que parecían sacados de una película de gánsteres. Ahora, Manuel Fuentes, el mismo que repetía machaconamente "yo soy el alcalde elegido por los ciudadanos" cada vez que El Pocero le decía "tú no eres nadie", ha tenido que subir los impuestos para atender a las necesidades básicas de las menos de 1.000 personas que viven donde iban a vivir más de 40.000 sin ninguna clase de infraestructuras.
Eso es lo más triste de esta historia. Los ciudadanos de Seseña pagarán más impuestos; su alcalde, antes o después, el coste político de esa subida; los solitarios vecinos de la ciudad fantasma seguirán contando con dotaciones insuficientes, y, con independencia de que Martín entre o no en la cárcel, cuando se acabe todo esto, Paco el Pocero ni siquiera se habrá arruinado. Si esto ha sido la riqueza en España, a lo mejor la crisis no está tan mal.
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