La edad, en los dientes y en los huesos

Una radiografía de muñeca decidía la mayoría o no de edad de una persona. ¿Cómo? Comprobando unos parámetros sobre el desarrollo de un individuo de raza blanca norteamericano. Nada que ver con las características y desarrollo de una persona de origen asiático o subsahariano. El Instituto de Medicina Legal de Valencia cuenta con un antropólogo forense que propuso hace unos días utilizar otras pruebas aprovechando que se plantearon dudas sobre un grupo de supuestos menores, 25, que empezaron a llegar en mayo pasado al centro de recepción de Menores de Valencia. Una ortopantomografía (radiografía de la dentadura) y una radiografía del hombro debían despejar quién tenía más o menos de 18 años.

Los técnicos del centro habían llegado a conclusiones sin necesidad de ciencia. La altura, el desarrollo, la piel, el vello, el hábito constante de usar cuchillas para afeitarse una barba que lejos de ser incipiente apuntaba a peinar canas en algún caso, el pelo siempre rapado. Esas evidencias contradecían el detalle de sus documentos oficiales. Sus pasaportes, sus certificados de registro incluían fechas de nacimiento que los situaban por debajo de los 18 años. El documento no era falso, lo eran los datos.

La investigación realizada entre la fiscalía de Valencia y la brigada de extranjería, junto con el resultado de las pruebas forenses, acabaron por destapar lo que ayer Gema García, coordinadora de la sección de menores, calificó de "fraude de ley". De los 21 a los que se pudo someter a las pruebas, 20 resultaron ser mayores de edad, alguno cercano a los 30 años. Quedan aún cinco por ser explorados. García dejó claro ayer que "el sistema ha funcionado y ayudará tener un protocolo". Y la fiscal jefe provincial, Teresa Gisbert, aclaró que no se trata de perseguir sino velar para que los recursos se destinen a quien corresponde.