Atrápalos si puedes
Los cabestros de este año imponen un ritmo frenético a los encierros
"¿Alguien ha visto a los pastores?". Al principio del encierro no, desde luego. Carmelo, experto corredor de la calle de la Estafeta lo decía: "A los mansos de este año parece como si les diesen guindillas". Y tiene toda la pinta. Los toros de Jandilla, aficionados a la velocidad y a cornear a la concurrencia, siguieron el ritmo frenético que los cabestros imprimieron desde la apertura del corral.
Nada pudieron hacer los pastores situados en la calle de Santo Domingo por seguirles el paso. La manada voló cuesta arriba. Y los mozos, más que correr delante, parecían ceder el paso cortésmente a los veloces cornúpetas. No fue hasta su llegada a la curva de Mercaderes con Estafeta cuando se pudo divisar de nuevo a los hombres de verde dispuestos a reconducir el tráfico blandiendo sus varas.
Iban rápido, sí, los de Jandilla. Pero se portaron bien. Y eso que oportunidades no les faltaron para mandar a más de un mozo al otro barrio. La Cruz Roja atendió a 60 personas, la mitad de ellas mujeres, por percances menores. El único herido que precisó atención hospitalaria sufría traumatismo abdominal.
Sin llegar a la rebelión de las masas prevista para el fin de semana, el recorrido del encierro mostraba ayer un aspecto de lo más concurrido. A mitad de la Estafeta, con la manada dividida, los tropezones provocaron un primer montón de muchachos. Antes de llegar al final de la calle, la manada sorteó un nuevo montón sin pararse a escarbar en la melé. Afortunados los que caen y no vuelven a levantarse. Un pamplonés de 70 años y residente en Vancouver corrió pegado al lado izquierdo de la calle. "Ha sido un encierro rápido, bueno, sin apenas heridos graves", resoplaba.
En el último poste del vallado derecho se dominaba la perspectiva del último tramo del encierro: desde la curva de Telefónica hasta el callejón. En ese recodo podía verse a un joven sintiendo el aliento de un Jandilla. El primer grupo de morlacos estaba ya de camino a los corrales mientras los rezagados intercambiaban impresiones con los apelotonados al lado derecho de la última curva del recorrido. El mozo en cuestión no estaba por la labor de abrir camino y el torazo estuvo a punto de ensartarle por la nuca con el pitón izquierdo. Pero tuvo suerte. Gritos y empujones. "¡Vamos, vamos, chavales! ¡Vamos p'adelante!". Los pastores llegaron al callejón con la lengua fuera. Para entonces, los raudos Jandilla estaban a punto de culminar el último footing mañanero de sus vidas. Dos minutos y 36 segundos de encierro. Atrápalos si puedes.
Cuatro retransmite los encierros a partir de las 7,25
Babelia
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