_
_
_
_

Safari de cucarachas en Orcasitas

Los vecinos piden al Ayuntamiento que fumigue el barrio

Rebeca Carranco

Tienen fama de ser indestructibles. Ni un ataque nuclear acabaría con ellas, se suele decir cada vez que alguien confiesa su aversión a las cucarachas. Ayer, en el barrio de Orcasitas, estaban dispuestos a cazar todas las que pudieran, armados para la ocasión con botes de cristal. Unos 50 vecinos salieron al principio a la caza.

A las once de la noche, ya eran 200 personas. Esta tarde, a las siete y media, presentarán en la Junta de Distrito de Usera todas las cucarachas que hayan conseguido. Esperan reunir unas 3.000. El objetivo es conseguir que fumiguen en el barrio.

A decir verdad, los insectos tardaron mucho en aparecer. "¡Aquí!, ¡aquí! ¡Corre!". Era el grito de aviso de dos niñas que estaban en la plaza de la Asociación de Orcasitas. Avisaban a los mayores de que habían visto unas cucarachas. Éstos llevaban desde las ocho de la tarde a la espera de que aparecieran. "Delante de casa está llenito. Mis nietos cada vez que vamos por la calle van gritando: ¡Ay, ay! Y, chof, chof, las van pisando", explicaba Gloria Gumido, de 74 años. Estaba haciendo corrillo con Carmen Córdoba, de 46, y Encarnación Moreno, de 69. Las tres son vecinas del barrio. Gloria y Encarnación estaban dispuestísimas para la guerra contra las cucarachas. "Yo las cojo con la mano si hace falta", decía Gloria.

A las 20.30 los insectos seguían sin aparecer. Los más previsores, sospechando que las cucarachas les podían dejar en la estacada el día de la caza, habían preparado ya botes con algunas atrapadas durante el día. Como Pablo Sánchez, de 75 años, que vive en la calle de la Participación. En su bote llevaba al menos 10 ejemplares, que exhibía como si fueran un trofeo. "¡El sótano está a rebosar! Tenemos que echar polvos y luego las mujeres vienen a barrerlas porque si no las vas pisando", explicaba.

Pero a las nueve de la noche, los insectos, seguían sin aparecer. Hartos de esperar, los cazadores decidieron cambiar de lugar. Bajaron por una de las calles aledañas a la plaza de la Asociación y... "¡Aquíííí! ¡Está repleto!". La que gritaba era Raquel Bruño, de 43 años. No soporta a las cucarachas. Por eso, para cogerlas, llevaba una pinza del pelo, de las largas, de dos púas. Por fin, los bichos habían aparecido. Los gritos se sucedían a un lado y a otro, y los vecinos las metían, orgullosos, en sus botes.

"Cuando alguien insiste mucho, van al portal de la persona y fumigan. Pero en el barrio en general no han hecho nada. Y esto lleva así desde hace siglos", se quejaba Félix López Rey. Él es uno de los representantes de la Asociación de Vecinos que ha impulsado la cacería y el animador oficial de la noche, megáfono en mano. En el bote de Gloria, una cucaracha intentaba trepar. "Vivita y coleando, ¿eh?", bromeaba la mujer. El insecto superaba los cinco centímetros. Pero eso no es nada para Gloria. "En el sótano son el doble de grandes", aseguraba.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Rebeca Carranco
Reportera especializada en temas de seguridad y sucesos. Ha trabajado en las redacciones de Madrid, Málaga y Girona, y actualmente desempeña su trabajo en Barcelona. Como colaboradora, ha contado con secciones en la SER, TV3 y en Catalunya Ràdio. Ha sido premiada por la Asociación de Dones Periodistes por su tratamiento de la violencia machista.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_