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Columna
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Ave desplumado

Pasó por aquí la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, y por si se nos había olvidado, nos recordó lo poco que cuenta Galicia. No es que ella o el Gobierno nos tenga una manía particular, en realidad a Galicia y a los gallegos nadie nos quiere mal de un modo especial. Como no incomodamos a nadie, pues tampoco molestamos. Y, como la vida es así, se olvidan de acabarnos el AVE a tiempo. Cabe la posibilidad de que lo terminen un día y ni siquiera vengan a inaugurarlo. Galicia no tiene peso político por varios motivos, entre otros porque nuestra demografía es débil y por lo tanto nuestros votos no son muchos, porque no tenemos una expresión política propia fuerte... Lo curioso es que somos una sociedad más dinámica económicamente de lo que parece -y de lo que nosotros mismos creemos-, y tenemos una economía diversificada y exportadora. Y esto a pesar de nuestras malas comunicaciones. Pero viene por aquí una ministra y en un día nos recuerda que no nos recuerdan, que no se acuerdan de que existamos. Tendremos un día un AVE, María, la fecha es casi exacta, aunque se verá. Pero no debe cabernos duda, habrá un día en que tendremos un AVE o dos (y pondrán huevos).

¿Qué hacían empresarios, sindicatos y universidades cuando los gobiernos decidían sobre el AVE?
Nos merecimos esos gobernantes, no hemos sido víctimas sino unos inútiles de cuidado

Es lógico que el paseo de la ministra incomode al presidente de la Xunta, Emilio Pérez Touriño, pues le da argumentos a sus rivales y/o socios. Entre la ministra y sus rivales y vecinos es como para acabar de los nervios. El PP arguye que con ellos había más amistad: el Gobierno de Aznar sí que era un gobierno amigo, y al BNG la ministra le sirve en bandeja la acusación de que el PSdeG es una sucursal sumisa y sin personalidad del PSOE: si los gallegos pesedegasen menos y benegasen más todo nos iría mejor, dicen. Verdaderamente no es como para concederle una medalla a la ministra aunque a Álvarez Cascos por pasear el Prestige de arriba abajo y mandarlo luego al quinto pino le dieron el medallón de Galicia, aún le cuelga, y a Aznar lo invistieron de la Gran orden de Riazor. "Estos gallegos son muy raros", deben de pensar ellos cuando le dan Netol a las condecoraciones de la vitrina. Quién sabe si no acabará enmedallada también esta ministra.

La historia del tren rápido a Galicia sigue paso a paso lo que fue la historia del tren lento en el siglo XIX y XX, lo cual relativiza bastante nuestras ilusiones de progreso, etcétera. Esperemos que así, como el poeta Curros le cantó a la llegada de la locomotora a Galicia, tengamos un vate que le cante a la arribada del primer AVE, que quiere plumas que le canten. Los municipios competirán por ser los primeros en tener A festa do Ave, ganará algún concello ourensano pues están más cerca de Zamora y además tienen a Coren. Pero habrá tren rápido que conecte con Madrid y, sobre todo, con la frontera y el ferrocarril europeo.

Aunque esta historia de nuestro tren interminable no para de darnos sorpresas, la última la pone sobre la mesa la conselleira Caride al reclamar que el tren no sea sólo para pasajeros sino también para transporte de mercancías. Resulta que la Xunta del PP explícitamente no quería que sirviese para mercancías, un AVE desplumado (aquí hay que exclamar a coro: "No me lo puedo creerrrr").

¿Estará equivocada la conselleira Caride? Quién sabe, a lo mejor hubo razones para lo que parece un disparate. ¿Molestaría a los pasajeros el olor del pescado y el marisco, las verduras, el traqueteo de las piezas para motores, el runrún de las telas...? Seguro que alguna razón habrá para desear un AVE de la señorita Pepis. O simplemente no la hay, en ese caso habrá que preguntarse una vez más en qué manos estuvimos tanto tiempo.

Somos capaces de imaginar perfectamente que nos gobernaron años y años personas sin capacidad y que no defendían nuestros intereses, hasta ahí de acuerdo, no nos cuesta nada, pero ¿no hubo nadie más en todo ese tiempo que recordase y reclamase lo evidente? ¿Dónde estuvieron los empresarios cuando se tomaban esas decisiones? ¿Era la hora del vermout en el yate sanxenxino y se les pasó? ¿Y los sindicatos y universidades? Nuestra economía depende de las exportaciones y necesitamos competir en el tiempo de llegada a los mercados, como todos, pero al planificar una infraestructura tan importante y en la que el estado invierte tanto dinero no hubo quien la integrase en un plan de país.

Todos estos años nos hemos merecido los gobernantes que tuvimos, eran los nuestros. No nos engañemos, no fuimos víctimas, fuimos unos inútiles de cuidado.

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