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Reportaje:

Estopa vive de las rentas

El dúo calienta Rock in Rio mientras se espera a Alejandro Sanz y a The Police

La palabra glamour no existe para Estopa. Segundos antes de salir al escenario, los hermanos Muñoz se dan una torta cariñosa. Nada. No hay confeti, ni fuegos. Sólo dos tipos de pantalón vaquero repitiendo estribillos demasiado parecidos.

Pero antes, una experiencia: el estómago se encoge. Las piernas tiemblan y se convierten en plástico. Ha llegado el momento. Estoy subido a 30 metros del suelo sujetado por un arnés en lo más alto de la tirolina de 200 metros que atraviesa el escenario principal de Rock in Rio. Es una de las atracciones estrella del festival. La gente hace cola de varias horas para subir. Y por mucho que se empeñen en llamarlo adrenalina, la primera sensación es de miedo.

Con la tirolina ves desde el aire las cabezas de 70.000 personas bailando

¿Es seguro?, pregunto al técnico. Su "segurísimo" me suena poco convincente. La palabra mágica es "Déjate caer". Y mi cuerpo de desliza por las cabezas de 70.000 personas que bailan algo parecido a la rumba.

La sensación es electrizante. Dura poco más de 30 segundos pero en el aire se puede ver los 200.000 metros cuadrados del recinto. Te sientes como el rey del mundo, que diría el otro, aunque desde abajo la gente mira con indiferencia. Es normal. Más 2.000 personas han pasado por aquí arriba.

Bajo mis pies con todavía algo de sol Estopa acaba de empezar su concierto. El dúo de Cornellá tiró de clásicos. Vino tinto, Cacho a chacho..., ya saben.

Shakira había dejado claro el día anterior como cerrar un festival de este tipo: ritmos bailables, edulcorada simpatía, soflamas deportivo nacionalistas ("¡Hola campeones de Europa!", saludó) y sacudidas de cadera.

La actuación de Estopa fue ayer todo lo contrario. Más desnuda, más cruda, más directa. Eso sí, quizá la formula de mezclar a Extremoduro con Los Chunguitos esté algo agotada. David y José viven de las rentas de su primer disco-bombazo publicado en 1999. Muchos aplausos, pocas novedades.

Pero hasta las actuaciones de Alejandro Sanz y The Police el panorama se presentaba poco interesante.

Porque al otro lado del escenario la cantautora Suzanne Vega acababa de cerrar una aburrida actuación. Definitivamente su éxito en los noventa se ha volatilizado. No le ha pasado lo mismo a Rosarito que, dentro del grupo Flamenco All Star junto a Pitingo, Antonio Carmona y La Negra, mantiene un directo más que efectivo. La hija pequeña de los Flores enfundó un arma secreta: el Cómo me la maravillaría yo, de su madre Lola -quizá el primer rap español-. Así Rosario se metió al público en el bolsillo.

El cantante italiano Zucchero también fue ayer una de las estrellas. Con pantalón de cuero negro puso en pie a todo el mundo, gracias a su Baila morena. Quizá el masaje de 40 minutos que le dieron de urgencia antes del concierto ayudó.

Y es que ayer en Arganda del Rey las escenas volvieron a repetirse. Muchas atracciones, mucho biquini, muchas azafatas... Y hasta despedidas de soltera. Como la de Laura (nombre ficticio), que pasea frotándose por el recinto con un muñeco hinchable. Peludo y bien dotado. Laura va en medio de un grupo de 10 chicas disfrazadas de rejoneadoras. "Esa que va de gitana es la que se casa. Lo hace a finales de agosto, pero ésta era la ocasión para celebrar su despedida. Esto es un aperitivo. La noche se promete muy larga", dice una de ellas. Quizá no hablase de The Police.

Estopa, durante su actuación de ayer en Rock in Rio.
Estopa, durante su actuación de ayer en Rock in Rio.MIGUEL ÁNGEL SÁNCHEZ

Babelia

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