James Bond rodó aquí
"¡Es mi película! ¡No me digáis que no es un plano alucinante! ¡Qué bien dirijo! ¡Va a ser una película que hará Historia!". No era yo quien decía esas palabras sino un señor en estado de embriaguez que estuvo todo el miércoles noche dando vueltas alrededor del rodaje. Se acercaba a los actores, a la cámara, al equipo técnico y daba indicaciones para realizar la escena Mirándolo, le decía a Ane Muñoz, mi script: "Mira, así seré dentro de cinco años". Me imaginaba a mí mismo después de dirigir Pagafantas defenestrado por todos, maldito, sin que me dieran la oportunidad de ponerme de nuevo detrás de las cámaras. Y entonces, vagaría por los rodajes ajenos gritando "¡es mi película!", completamente trastornado, eternamente melancólico.
Días antes habíamos vivido algo que sinceramente no me esperaba. Cuando vinimos a rodar en Bilbao se me cruzó un pensamiento: por lo menos, aquí no nos entorpecerá el rodaje la Eurocopa. Pero tras la victoria contra Rusia empecé a oír bocinazos, a ver grupos de chavales con camiseta de la selección española gritando "Viva España" y a vislumbrar banderas de España en pleno centro de Bilbao, me di cuenta de dos cosas: del error que había cometido al pensar en la no-celebración bilbaína y de lo mucho que han cambiado las cosas en los últimos años. Esta soltada de melena de los bilbaínos que en Moyúa asaltaban la fuente al estilo Cibeles me rompió los esquemas, ya que pensaba que los festejos de la victoria de la roja se llevarían a cabo en la intimidad del hogar, sin levantar mucho la voz para que el vecino de abajo no oyera nada.
Pero no sólo nos rodean gautxoris en el rodaje. Estas dos últimas semanas hemos rodado de noche y es normal cruzarse con la fauna más extravagante del Botxo. Sin embargo, la mayoría de los curiosos son gente normal y sobria que se acerca a ver cómo rodamos, por ejemplo, una persecución por la Plaza Circular y el Arenal. Es cierto que el bilbaíno medio saca demasiado a colación el hecho de que una escena de una película de James Bond se rodara en Bilbao. La película ya tiene casi 10 años de antigüedad y va siendo hora de pasar página y dejar de lado la batallita.
Esos tres días en que una moto era perseguida por una furgoneta Citroen han sido bastantes tensos para todos, pero os aseguro que mucho más miedo que una furgo bajando las escaleras del Arenal me lo da un actor que se trabuca con el texto en la toma 15. Y repite su diálogo una y otra vez, equivocándose en el mismo punto. Eso sí que acojona.
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