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A TOPE | FIN DE SEMANA
Columna
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Eurocopa

En mi época de juventud, en aquélla en la que el compromiso político inundaba nuestras vidas, estaba mal visto el fútbol. Era alienante y aborregante. Ahora, sin embargo, mientras se debilita la atención respecto a la política, sube el interés sobre el fútbol. Y esto arrastra a la permisividad para declarar ante todo el que lo quiera oír que no sólo te gusta el fútbol, sino que eres un forofo, y encima vas al campo con bufanda, gorro, bocata, pancarta y todo el equipo. El salto ha sido tremendo.

Ahora, metidos de lleno en lo de la Eurocopa, y encima con la llegada de España a la final, la gente está entregada. No hay quien escape de la turrada futbolera; quieras o no, el fútbol está en nuestras vidas. Cualquier telediario te habla hasta de las rosquillas de la abuela de Casillas.

Pero todo tiene su lado bueno, y salir el jueves fue un verdadero gustazo. La calle era nuestra. Estábamos los cuatro gatos a los que no nos interesa el fútbol y cuatro norteamericanos, que esto del soccer no va con ellos. Pero me llamó la atención que no vi a nadie con pinta de militante que rechaza ver el partido por convicciones políticas. Claro, siempre queda la excusa de apoyar a Rusia, o la de que un buen partido es un buen partido.

Un amigo me comentaba que durante el encuentro contra Italia, en cuanto Iker paró el penalti, su vecino gritó como loco, a punto de reventársele la vena, "ES-pa..." y se fue desinflando. Seguramente, al pobre hincha se le manifestó la alienación política de aquella época y, claro, tantos años de lucha abertzale para terminar gritando "España, España", como que no. Para otros el problemón es que, después de inculcarle el espíritu abertzale a la prole, te puede venir un hijo pidiéndole la camiseta de España.

Para muchos, el consuelo es que el portero de la selección tiene nombre vasco y que tenemos en el equipo a Xabi Alonso, aunque no juegue de titular. Al final, todo es un juego político. Antes todos hacíamos política y ahora todos jugamos al fútbol.

Los tiempos cambian. Intentemos imaginarnos el pleno de ayer del Parlamento vasco sobre el proyecto de ley de consultar no como un debate en la que los partidos hablan por turnos, sino como un partido en el que tanto los de un bando como los del otro intentan meter gol para clasificarse. Sí, es como en el fútbol, pero no tira tanto. Porque en realidad la política cada vez se parece más a una partida de mus: que si txikia ez, handia bai, paso, envido, y el otro que lanza un farol, y órdago... Pero sólo se entretienen los que juegan, y sólo ellos saben las cartas que tienen. Y encima, gane el que gane, es como que no da pie a celebrar la victoria.

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