Otras 'espagnolas'
Hay en París un espontáneo grupo de fans del cine español que militan generosamente por difundirlo. Desde hace un tiempo vienen estrenando novedades cinéfilas, mes tras mes, bajo el cachondo epígrafe de Espagnolas en París, y la semana pasada incluso organizaron un minifestivalito de cuatro días, Différent!, con la presencia de actores y directores: Catherine Deneuve en la inauguración, con motivo de Tristana, de Luis Buñuel, y Roberto Bodegas en la clausura, como director de la auténtica Españolas en París, de 1970. También hubo películas recientes, alguna aderezada con miniconcierto flamenco, todas con jamón de Teruel tras las proyecciones, buen vinillo y sobre todo tertulias con distribuidores curiosos. Hasta hubo un encuentro profesional entre productores catalanes y franceses, al parecer de utilidad, en un afrancesado restaurante español, a pocos metros del estudio donde Picasso pintó Guernica, visita que antecedió a la comida.
Los organizadores del ciclo levantan polvareda en la cultura parisiense
Los organizadores de Espagnolas en París logran levantar algo de polvareda en el endogámico mundo cultural parisiense. Tienen pequeñas ayudas del Ministerio de Cultura, del Instituto Cervantes y de algunas entidades francesas. A la cabeza del grupo, aunque con su nombre escrito minúsculamente en el programa, está el periodista José M. Riba, ahora ex colaborador del festival de San Sebastián, tras decenas de años trabajando en su meollo, ex director también de la Semana de la Crítica de Cannes, presentador de películas en televisiones digitales y, en fin, imparable hombre de ideas y de acción. En la presidencia de Espagnolas en París figura Laura del Sol, que a falta de dinero para hacerlo con imágenes, recitó un divertido montaje oral sobre la carrera de la Deneuve, quien se mostró sorprendentemente relajada y contenta, incluso antes de ser obsequiada con un jamón.
La cosa es aún pobretona, con cierto aire familiar, no puede ser de otra manera en vista de los medios de que disponen. Pero aun así, o quizá por eso, da gusto ver cómo unos amantes del cine, por añoranza o sencillamente por cinefilia, se organizan como buenamente pueden, le echan ganas al invento y van conquistando la atención de los habitualmente impenetrables medios franceses. Sin grandes alharacas.
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