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Reportaje:

La ría tapiada de Ferrol

La promesa municipal de "abrir la ciudad al mar" choca con la negativa del Ministerio de Defensa a derribar la muralla del Arsenal militar

Se promociona como A cidade do mar pero las aguas azules de la ría ferrolana apenas se divisan desde la urbe naval. La metáfora cazaturistas se torna en ironía cuando la vista choca con una tapia blanca de casi un kilómetro y cinco metros de altura que rodea el Arsenal y el astillero de Navantia aislando el centro histórico de la ribera con un muro impenetrable que ciega la ría. La promesa del bipartito ferrolano (PSdeG-IU) de "abrir Ferrol al mar" que el alcalde, Vicente Irisarri, enarboló como bandera electoral, se topó esta semana con la última negativa del gobierno central a suprimir un amplio tramo de la muralla alegando que ocasionaría "serios inconvenientes" y problemas de "seguridad" para Navantia y los vecinos.

Ferrol se vende como 'A cidade do mar', pero la ría apenas se divisa
El derribo de la muralla se antoja políticamente complicado
El alcalde defiende compaginar interés militar con el disfrute ciudadano

La ciudad ilustrada y racional que los ingenieros diseñaron en el siglo XVIII se construyó como un bloque paralelo al Arsenal, puerto refugio de la flota borbónica. Un extenso muro aislaba entonces los dos mundos: el militar y el urbano, cada vez más alejado de la orilla por los ingentes rellenos que se practicaron para ganar terreno al mar. Doscientos años después, la fractura perdura en forma de muralla cuyo derribo se antoja complicado desde el punto de vista técnico y sobre todo político.

Corporaciones sucesivas de distinto color político (BNG, PP y PSOE) intentaron llevar a buen puerto una reivindicación unánime de la ciudadanía para recuperar espacios desafectados por los militares con nuevos usos públicos eliminando progresivamente un muro que "parte la ciudad en dos escondiendo la ría".

En su última respuesta a una pregunta parlamentaria del diputado nacionalista Francisco Jorquera, el Ministerio de Defensa argumentó que prescindir del tramo del muro que va desde la puerta del museo Herrerías hasta la entrada principal del astillero "conllevaría serios inconvenientes tanto para la propia factoría de Navantia como para los vecinos".

Sin embargo, el Ejecutivo central accedió a tirar un tramo de la muralla frente al barrio de Esteiro a finales de los ochenta y otros 120 metros a finales del 2005 -durante el mandato del alcalde popular Juan Juncal-, que se remplazó provisionalmente por una verja metálica que va camino de eternizarse, pero que al menos permite asomar a las tripas del astillero ferrolano.

A juicio de los nacionalistas "una obra sencilla que consiste en eliminar un trozo de muralla lleva trazas de convertirse en una obra compleja suspendida en el tiempo". Con todo, el gobierno de coalición que manda en Ferrol se resiste a dar la batalla por perdida. Optimista como pocos, el regidor socialista Vicente Irisarri defiende la eliminación del muro como un "proyecto para toda la legislatura" que se adivina "largo y complejo" dado que arrastra condicionantes "urbanísticos, económicos y culturales".

Los técnicos del Ayuntamiento ya están diseñando una propuesta "rigurosa" que elevarán al Ministerio de Defensa. Su proyecto valorará la "singularidad" de una ciudad, Ferrol, donde los espacios militares copan la línea costera "entendiendo que el concepto de seguridad subyace en todo el proceso".

Fuentes municipales confían en que la nueva titular del departamento, la socialista catalana Carme Chacón, sea más receptiva que sus antecesores al proyecto ferrolano para recuperar las vistas marinas. Confiados al talante de la nueva ministra de Defensa, aventuran una próxima visita de Chacón durante este verano, todavía sin fecha oficial, para convencerla y que la piqueta caiga finalmente sobre la muralla.

Otro de los argumentos del bipartito ferrolano para vencer las actuales resistencias de Defensa enlazan con la aspiración de la ciudad de engrosar el Patrimonio de la Humanidad de la Unesco con el conjunto monumental que integran los castillos de la Palma y San Felipe, el Arsenal militar y el barrio ilustrado de A Magdalena, todavía divididos por el muro de la discordia. "No se concibe que una zona con una riqueza patrimonial que aspira a ser Patrimonio de la Humanidad no sea visible ni visitable" sentencia Irisarri, que defiende compaginar los intereses militares con el disfrute de los ciudadanos ferrolanos.

En esta cruzada, el alcalde cuenta con un aliado de excepción en el Ministerio de Cultura, ya que su titular, César Antonio Molina, manifestó en una reciente visita a la ciudad su deseo de salvar la barrera amurallada de origen militar que divide la urbe.

"El muro es una fractura física", sostiene también la edil de Cultura, Yolanda Díaz (IU). "Ya es grave no ver el mar pero también lo es el desconocimiento que los propios ciudadanos tienen de la actividad intramuros", sentencia. Uno de los proyectos que baraja su departamento como solución versa sobre "arte industrial" y propone introducir tras los muros "un programa anual de actividades creativas en las instalaciones de Navantia".

Entre otras iniciativas, desde el ayuntamiento plantean un ciclo de cine fabril, representaciones teatrales de inspiración "maquinista", un taller escultórico en directo a pie de grada o una exposición sobre la construcción naval concebida "como laboratorio creativo".

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