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Reportaje:

Sacudida de ritmos callejeros

El Festival Sónar cierra su última noche superando las 82.000 visitas

Superadas las 82.000 visitas en sus tres días de actividades, el Sónar cerró sus puertas la madrugada de ayer con los deberes hechos. Un cartel apañado realizado en una situación complicada de mercado donde los precios se disparan para alegría de intermediarios y artistas, ha visto cómo la respuesta del público no decrecía sustancialmente.

Detalles que pueden guardarse en la memoria: las mejoras de producción en los recintos nocturnos; las actuaciones en la última jornada de Antipop Consortium, Bonde de Rôle, Miss Kittin y de los disc-jockeys de Buraka Som Sistema; mejor señalización; nueva pantalla en el escenario Sónar Pub y gradas que recogen el espacio en el escenario Sónar Park. Pero, aunque la comodidad de los espacios ha aumentado sensiblemente, se quedan pequeños cuando llegan las estrellas. Ocurrió con Miss Kittin que fue seguida por una multitud que milagrosamente no se pisaba al bailar.

Avasalladora la actuación de los 'disc-jockeys' del Buraka Som Sistema

Y caminando caminando (el caminar es el deporte rey en el Sónar nocturno), la noche confirmó el auge de los ritmos de raíz llamémosla orgánica -dub, reggae, funk, kuduro, dubstep...- en detrimento de los ya gastados ritmos sintéticos propuestos por buena parte del techno tradicional.

Fue avasalladora la actuación de los disc-jockeys del Buraka Som Sistema con la crudeza de sus ritmos desnudos. Curiosidades del Sónar: uno de los recitadores actuaba con mochila a la espalda y otro de los de Antipop Consortium lo hacía con pajarita, prenda marciana en el mundo del hip-hop. Cierto que Antipop son marcianos en sí mismos: marcianos diferentes, estimulantes, inteligentes, fluidos, originales y, para resumir, estupendos.

La sorpresa vino de los sustitutos de M.I.A, los brasileños Bonde Do Rolê, cuarteto de chicos y chicas sin glamour, callejeros y en su mayoría obesos. Pero su mezcla de funk, descargas de percusión, hip-hop, electro y ritmos que recordaban al regaetton resultó muy divertida. Y la más oronda de las féminas, una chica negra desinhibida y alegre que bailaba aportando un plus de sexualidad tribal, aumentó el octanaje de la actuación. Auténticamente callejeros y simpáticos.

Con un saludo al pasado con los entrañables Yazoo (demasiado escenario para tan poca gana de llenarlo), y la marcianada antigua y desfasada de Soulwax se acaba de pasar revista a una noche no muy entretenida que se salvó gracias a los nuevos ritmos de la calle. Lástima que este año no se escuchó el inquietante sonido que separaba acústicamente al Park del Club. Era mucho mejor que algunas actuaciones.

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