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Reportaje:

Y la voz se adueñó del Sónar

Camille cierra el festival diurno con un seductor concierto en el Palau

La luz diurna apuraba sus últimos minutos de dominio dentro del Palau de la Música y una figura con vestido de color naranja comenzó a moverse por su escenario mientras un hilo de voz la perseguía. Era su voz, la voz de Camille que con Canard sauvage iniciaba el concierto que ponía colofón al Sónar diurno, cuya asistencia total superará las 30.000 visitas.

A falta de computarse las visitas de las tres noches, las cifras vuelven a dar la razón al festival barcelonés. La apertura de miras y la escasa ortodoxia del Sónar pueden estar en la raíz de su éxito. Camille no es un artista de electrónica ni de música avanzada, pero su deslumbrante dominio vocal y su originalidad le permitieron redondear un concierto que satisfizo a los espectadores. La francesa se los metió en el bolsillo ya con sus primeras canciones, La jeune fille aux cheveux blancs y Home, acompañada por un sexteto encargado de orlar con filigranas vocales la voz de Camille. Sólo un piano aparecía como instrumento ya que algunas percusiones y otros sonidos emanaban de botellas de agua o de papeles de diario.

El trío inglés de pop The Duloks puso la nota procaz en el CCCB
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Antes del concierto de Camille, la música estuvo presente en los escenarios del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), donde, en la tarde de ayer, destacaron The Duloks, un trío femenino inglés de pop descacharrado que visten como adolescentes de los ochenta y que se pasaron el concierto ligando y soltando comentarios procaces. Más en serio, el grupo Matmos ofreció luego un concierto de interferencias, distorsiones y temas asaeteados por sonidos que interrumpían la imposible linealidad de las canciones. Con los espacios del CCCB repletos de público (las localidades se habían agotado el primer día) y la creciente sensación de calor del verano recién estrenado, la tarde concluyó tórrida y festiva.

Igualmente festiva resultó la noche del viernes en los recintos de la Fira de Barcelona. A destacar la sensacional actuación de Roisin Murphy, una mujer elegante y con una clase desmesurada que ofreció un recital simplemente deslumbrante. Podría decirse que ni necesitaba canciones para arrebatar la atención de todo el público que acudió a su concierto. Igualmente brillante fue la actuación de Buraka Som Sistema, un grupo luso angoleño que practica el kuduro, contracción de "culo duro" y por extensión nombre muy gráfico para describir un estilo que obliga a contraer los glúteos para encajar la descarga de ritmo con la que se erigieron en protagonistas. La suya fue una actuación en extremo excitante, una vuelta a la raíz del techno, el ritmo puro y duro. De lo mejorcito del Sónar este año.

Igual descarga, aunque más orientada hacia el house y el funk más nostálgicos, protagonizaron Hercules and Love Affair, una de las bandas que más expectativas habían despertado. De nuevo mezcla de instrumentos convencionales y electrónicos para un concierto que no estuvo a la altura de su música grabada.

El set de Jaime Cullum, el excelente pop trivial de Yelle y las diversas aproximaciones al dubstep repartidas por la noche fueron otros puntos de interés en una jornada que tuvo como estrellas nominales a Madness, que a la sazón fueron algo así como la pista de autos de choque del Sónar: verbena.

Ambiente en el Sónar diurno.
Ambiente en el Sónar diurno.CARLES RIBAS

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