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Columna
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La cabeza de la Síndic

En la apertura del XVI Congreso Nacional del PP, que se celebra en la ciudad de Valencia, desde el viernes, Camps, después de varios meses de ensayo y de repartir papeles y prebendas entre los figurantes, ha escenificado uno de los más atroces pasajes bíblicos y ha ofrecido a su jefe de filas, en bandeja de plata, la cabeza de la síndic de Greuges, en un acto de sumisión y lealtad a los principios que informan la derecha-extrema-derecha. Camps, presidente de los populares valencianos, no ha tenido empacho alguno en alentar lo que a juicio del socialista Diego Macià es un procedimiento "nulo de pleno derecho", además de "una burla y un atropello a la síndic, a las Cortes y al respeto entre grupos parlamentarios". Y sobre todo al respeto a la ciudadanía, que había encontrado en Emilia Caballero una firme defensora de sus derechos. Camps, o algunos de sus negros, no sólo ha destrozado, en una versión interesada, el guión original de los evangelistas Mateo y Marcos, y el texto dramático de Oscar Wilde (en esta sórdida versión, Salomé es Paco, y Juan el Bautista, Emilia), sino que han pretendido esconder sus miedos y desasosiegos, en calificaciones engañosas, torcidas y hasta insultantes: la actitud crítica de la síndic no es más que insurrección; y su insobornable independencia en el cumplimiento de sus funciones institucionales, hostilidad hacia el PP. En un comunicado de la Plataforma de Iniciativas Ciudadanas de Alicante, se dice: "Nos encontramos ante un auténtico golpe de estado contra una institución básica en la autonomía valenciana, que tanto dice defender el señor Camps, auténtico culpable de este insulto al pueblo valenciano, cometido eso sí, con la complicidad vergonzosa de la presidenta de las Corts valencianas". Y, en otro de los párrafos, exigen a los partidos políticos acuerdos capaces de restablecer la legalidad y anular tamaño disparate. Disparate que, en opinión de políticos y juristas consultados, puede ser inconstitucional. Pero en el impulso de ese temor incontrolado, para desplazar a la síndic de su cargo se ha llegado al extremo de acuñar frases contra la misma tan insolentes como ramplonas, tal la que se despachó Ricardo Costa, que afirmó que Emilia Caballero era "una tertuliana radiofónica que viaja en coche oficial desde Vinaròs a Pilar de la Horadada". Frases que dan la insignificante medida de aquellos que las pronuncian, aparte de que habrá que comprobar y tomar buena nota de quiénes y con qué fines se utilizan esos coches oficiales, que les compramos de nuestros bolsillos a los hombres y mujeres que ocupan destinos en la Generalitat y en las Cortes. Con una modificación del reglamento de la Sindicatura, se remueve a quien la ha venido desempeñando, con tanta eficacia como imparcialidad. Es un asunto que pinta y huele muy mal. Ángel Luna ha dicho que el PSPV recurrirá, hasta por lo penal. Vamos a verlo. Dos horas antes de su repentina muerte, en conversación telefónica, el amigo entrañable, el compañero imprescindible, el fiscal Miguel Gutiérrez me recordaba lo que dijo Romanones: Hagan ustedes las leyes, y déjenme a mí los reglamentos. Pero ahora, concluyó Miguel, nos debemos al imperio de la ley. Todos.

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