Tiempo de sequías
Una cosa es que empiece a escasear el petróleo, tal como venía anunciándose y como se está notando ya bien a las claras. Esto sin más va a dar al traste con la sociedad de consumo que tanto nos place. Es que esta vida se basa totalmente en disponer de petróleo abundante y barato, y eso se terminó.
Otra cosa es que escasee el agua. Porque el líquido esencial para la humanidad no es el oro negro, sino el agua limpia. Hace tres meses, los pantanos de casi toda la península Ibérica estaban alarmantemente bajos y las cosas pintaban mal en muchos sitios, sobre todo en Cataluña. Se prohibió llenar piscinas y regar. Se habló de minitrasvases. Unos exigían agua, otros que no se abusara de sus ríos. Y hubo pelea entre regiones. Hubo hasta un decreto para autorizar el desvío de agua desde el Ebro hacia la gran ciudad. De pronto en mayo caen aguaceros, se hinchan un poco los pantanos, y al momento derogan el decreto. Vuelven la calma y el agua, se alejan las preocupaciones y la sed. ¿Por cuánto tiempo?
El 40% de la superficie terrestre está amenazada por el riesgo de desertización. Esto, desde luego, tiene que ver con las alteraciones y la contaminación causada por el hombre, y con el alto consumo de petróleo y combustibles. Para afrontar el problema, hace 14 años nuestro país firmó en la ONU un convenio de lucha contra la desertificación, con el compromiso de poner en marcha un Programa de Acción Nacional. A día de hoy, el documento ni siquiera se ha aprobado en el Parlamento. No está operativo, por tanto. Seguimos sin tener conciencia para protegernos de la desertificación que amenaza a casi un tercio de nuestro territorio. Y en esa ceguera pretendemos hacer más urbanizaciones con verdes parcelas, autopistas, campos de golf y consumir al máximo sin la mínima preocupación por el futuro que nos espera... Felices quienes aprendan a vivir con poco.
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