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Entrevista:FELIPE BENÍTEZ REYES | Escritor | Signos

"Somos una sucesión de fantasmas"

Felipe Benítez Reyes (Rota, Cádiz, 1960) ha ensayado a viajar al pasado, a introducir en las probetas del recuerdo los textos que han marcado su carrera. Su antología es un Laboratorio de irrealidades (Diputación de Cádiz), una selección de poemas, novelas y artículos ordenados cronológicamente. En su prólogo rememora las claves de sus inicios, se responde a las preguntas básicas de su profesión y enfrenta la voluntad literaria contra la "íntima esclavitud" que marca su trabajo.

Pregunta. ¿Es ésta una antología nostálgica, como la del que revisa un álbum de fotos antiguo?

Respuesta. Algo de eso hay. Igual que las fotos antiguas, los textos antiguos causan extrañeza.

P. Hay quien no se reconoce ni con los textos que escribió ayer. ¿Cómo es reencontrarse con toda su obra desde adolescente?

"Visto con cierta perspectiva, el pasado casi siempre es una charlotada"

R. La elaboración de esta antología me ha supuesto un viaje hacia atrás en el tiempo. He tenido que enfrentarme a todos mis libros, y ese enfrentamiento desasosiega, porque somos una sucesión de fantasmas, y hay veces en que uno tiene desacuerdos con ciertas fases de esa fantasmagoría global.

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P. ¿Qué ha descubierto ordenando sus textos?

R. La relación que uno mantiene con sus libros es muy parecida a la que mantiene con su propia conciencia. De aceptación fatalista por un lado y de arrepentimiento por otro. No creo que nadie esté del todo satisfecho con lo que ha escrito, pero eso me parece una ventaja: es el mejor estímulo para seguir intentándolo.

P. El orden cronológico, ¿permite delimitar el momento a partir del cual uno se hace buen escritor?

R. En esto, como en todo, uno aprende, aunque sólo aprenda trucos. Pero no todas las trayectorias literarias son ascendentes, ni mucho menos. Hay un momento en que todo empieza a desmoronarse, y hay que estar atento a los síntomas para intentar parar a tiempo.

P. Ser multidisciplinar, combinar los géneros a lo largo de su carrera, ¿ha sido voluntad o necesidad?

R. No lo sé. Me interesa la literatura. Los géneros son actuaciones estilísticas diversas sobre una misma materia, que es la literatura; es decir, la expresión como arte.

P. ¿Qué contaban las canciones que escribía en inglés para su grupo de rock?

R. Lo normal: tonterías psicodélicas. Era el tono de la época, con aquella cosa espeluznante que se denominó rock sinfónico. Visto con cierta perspectiva, el pasado casi siempre es una charlotada.

P. He buscado su blog por Internet y no lo he encontrado. ¿Es resistencia a las exigencias de los nuevos tiempos o que se camufla en la Red?

R. No me veo con un blog, que se ha convertido en algo así como el aparato de propaganda de muchos escritores. Me parece el escaparate de una tienda en la que uno está ahí como un maniquí. Además, no soy muy partidario del contacto entre autores y lectores. ¿Para qué? Los lectores sólo deben tener contacto con los libros, no con quien los escribe.

P. Después de revisar toda su obra, ¿sigue habiendo angustia de ponerse ante un nuevo papel en blanco?

R. No. A mí la angustia me viene más bien ante el papel escrito, ante el papel que hay que corregir. Corrijo mucho. Empleo más tiempo en corregir que en escribir. La escritura rara vez regala aciertos fortuitos. Los aciertos hay que ganárselos.

P. ¿Qué le queda por escribir?

R. Espero que al menos una novela y algunos poemas. No creo que mucho, la verdad, aunque en esto nunca se sabe: de pronto te viene la racha y tienes que agachar la cabeza y ponerte a escribir. Uno va volviéndose más exigente consigo mismo a medida que pasa el tiempo, y no por ningún tipo de mérito moral ni por intransigencia estética, sino porque no se fía demasiado de sí mismo.

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