La cochambre acorrala al Museo Picasso
El entorno de la pinacoteca, un lustro después de su apertura, sigue degradado
Cinco años después de anunciarse en Basilea (Suiza) la apertura del Museo Picasso Málaga, gran parte del entorno de la pinacoteca sigue siendo una auténtica naturaleza muerta. El museo, llamado a ser una de las principales atracciones turísticas no sólo de Málaga sino de toda Andalucía, se encuentra rodeado de edificios históricos en estado ruinoso, solares llenos de basuras y escombros, y calles que invitan a salir por pies.
Algunos rincones de las calles Beatas o Tomás de Cózar, a 100 metros escasos de la puerta principal del museo, recuerdan al Palermo posterior al bombardeo aliado de julio de 1943, sólo que con bastantes más grafitis.
La Junta destinó 66 millones de euros para acondicionar Buenavista
"La calle Tomás de Cózar es digna del 'Guernica", afirma Mariluz Reguero
La cochambre inicia su reinado apenas a dos metros de la parte trasera del centro expositivo, visitado por 340.000 personas en 2007. En la esquina de las calles Alcazabilla y Postigo de San Agustín, al lado de donde varios vagabundos apuran sus cartones de vino, hay tres fincas. La primera es un edificio del siglo XVIII deshabitado y con las ventanas tapiadas con ladrillos. La segunda es una parcela atestada de malas hierbas. La última es otra casa vacía. En este caso, las rejas permiten ver en su interior maderas carbonizadas de un incendio. Todo a menos de tres pasos del Palacio de Buenavista, un edificio del siglo XVI que acoge 155 obras de Picasso y cuya conversión en museo mediante la anexión de varias casas colindantes costó 66 millones en 2003 a la Junta de Andalucía.
"El proyecto del Museo Picasso arrancó en 1992, tras la exposición Picasso Clásico en el Palacio Episcopal", recuerda Mariluz Reguero, viceportavoz del PSOE en el Ayuntamiento y experta en la vida y obra del pintor malagueño, "¿es que en 16 años el Ayuntamiento no ha podido hacer nada con esto?", se indigna. Al pasar por la calle Santiago, en la parte oeste de la judería, Reguero evita pasar bajo el muy deteriorado balcón de una casa dieciochesca rotulada como "Taller Picasso" por un profesor de dibujo poco temeroso de los abogados de la familia del pintor. Junto a la puerta, alguien ha dejado apiladas unas cajas con botellas vacías de cerveza.
En la calle Granada, vía principal de la judería y con bastante movimiento comercial, el palacio del marqués de la Sonora, mansión de 1789 de influencia italiana, aparece rodeado de andamios. Su conversión en un hotel de cinco estrellas estuvo paralizada hasta que la Consejería de Cultura autorizó la demolición de todas sus zonas internas. Su apertura estaba prevista para 2009, un plazo que, a la vista de cómo avanzan los trabajos, parece optimista. El exclusivo hotel de lujo hace esquina con la zona cero del entorno picassiano: la calle Tomás de Cózar, una vía estrecha y con el suelo irregular en la que el olor a orines compite con la falta de iluminación a la hora de hacerla desagradable.
El Ayuntamiento encargó en 2005 un estudio a la Universidad Politécnica de Milán para la recuperación de esta calle y de su paralela, Beatas, caracterizadas por sus viviendas en torno a patios. El pasado 26 de mayo, el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre (PP), presentó el documento, pero descartó modificar la ordenanza urbanística del centro histórico para poner en práctica sus recomendaciones. Mientras tanto, a pocas manzanas de la exclusiva calle Larios el deterioro sigue imparable. "Dicen que es un proyecto para rehabilitar Tomás de Cózar, pero a este ritmo ya no van a tener nada que rehabilitar", asegura Reguero en esa calle "digna del Guernica".
Los alrededores del Museo Picasso son sólo uno más de los puntos negros del centro histórico. Al norte de la calle Carretería también proliferan los solares vacíos y la degradación urbanística a pesar de los 30,8 millones de euros que el Ayuntamiento de la ciudad que aspira a capital europea de la cultura en 2016 ha invertido en los últimos ocho años.
A la espera de una ausente iniciativa privada
La agencia de publicidad y comunicación El Cuartel, es uno de los dos oasis en la monotonía ruinosa de las calles Beatas y Tomás de Cózar. Antonio González, el gerente, se instaló en 2002 en un bajo de calle Beatas, atraido por las posibilidades de negocio que pensaba que se iban a abrir en el entorno del Museo Picasso Málaga, al igual que se abrieron en el de Barcelona, en la calle Montcada, o en el de París, en el barrio del Marais. Seis años después no descarta cambiar de sitio. "He vivido en Cáceres, en Córdoba y en el barrio de Chueca, de Madrid, y allí, las rehabilitaciones se hicieron a toda velocidad. Aquí no, aquí tenemos un solar al lado en el que el otro día apuñalaron a un hombre". La apuesta empresarial de González le dio resultado. Ahora su compañía tiene 20 trabajadores y ha rehabilitado todo el edificio con un diseño exquisito. Sin embargo, su caso es la excepción. Las administraciones, especialmente el Ayuntamiento, han confiado el despegue de la zona a la iniciativa privada, y ésta no llega. "En ningún sitio la iniciativa privada ha conseguido ella sola rehabilitar un barrio histórico, hacen falta convenios con todas las administraciones, con cajas de ahorros, y que todo el mundo tire del proyecto", afirma. A su lado, Pilar Ruiz, directora creativa, despliega una presentación informática con fotos de rehabilitaciones de Córdoba, Sevilla, Marbella, Ronda y París. "¿Esto que hay en Málaga pasaría en Berlín o en Bilbao? No. Los fines de semana el centro se convierte en un desierto cuando podría ser la zona más artística y alternativa de la ciudad", afirma. Ruiz se queja de la "falta de visión" que tiene la sociedad malagueña: "Cuando la gente pasa por aquí y ven la agencia nos preguntan si somos catalanes. La gente de aquí no tiene fe en que esto se recupere, y conozco muchas empresas que, si esto estuviera arreglado, se plantearían abrir aquí su sede social". Medio centenar de residentes y empresarios crearon en mayo una plataforma para exigir la recuperación de esta zona, en la que unas pocas manos son dueñas de la mayor parte de las casas.
Cuando se abrió el Museo, la Junta dedicó 25 millones a subvenciones a empresas de servicios que aportaran "calidad, excelencia e innovación" a los alrededores del centro artístico. Los negocios más próximos a la pinacoteca son todavía una mercería y un asador de patatas.
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