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Análisis:EL ACENTO
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Utilidad del nombre epiceno

Se tarda más en decir "todos y todas" que en decir, sencillamente, "todos". Y los segundos que se requieren para referirse al Consejo de ministros y ministras son, sin duda, muchos más que los necesarios para hablar, directamente, del Consejo de ministros. Si, además, la expresión utilizada es la de "miembros y miembras", el tiempo que conlleva añadir el pintoresco femenino debería sumarse al de las risas subsiguientes. Y, tal vez, al de las glosas sarcásticas prolongadas varios días, durante los cuales el nombre de la ministra de Igualdad ha corrido de boca en boca no por asuntos relacionados con su departamento, sino por sus dotes para la invención lingüística. Es decir, que supondría un significativo ahorro de tiempo y de palabras -las risas, en general, es mejor no ahorrárselas- echar mano de las viejas gramáticas en las que, junto al nombre masculino y femenino, se señalaba la existencia de una misteriosa categoría: la del epiceno.

Nada se puede tener contra el ahorro y, menos aún, contra el ahorro de tiempo y de palabras. Pero tan importante como ahorrar es decidir en qué se emplean los resultados. En este caso, por ejemplo, el tiempo y las palabras economizadas al decir sólo "miembros" se podrían utilizar para recordar que, en España, casi un centenar de mujeres muere cada año a manos de sus parejas. O para insistir en que las mayores dificultades para conciliar la vida familiar y laboral siguen estando en el mismo lado. O para manifestar que, a principios del siglo XXI, la igualdad entre los salarios de hombres y mujeres pertenece aún al terreno de la utopía.

La ministra de Igualdad, Bibiana Aido, debería reconocer la utilidad del nombre epiceno. Su empleo regular y de manera gramaticalmente correcta quizá limite sus dotes para la invención lingüística, pero, en contrapartida, le dejará más tiempo y más palabras disponibles para denunciar la desigualdad que sigue existiendo entre hombres y mujeres. Además, le autorizaría a sostener que la risa es siempre saludable, pero que hay asuntos que más vale no tomárselos a broma. Por ejemplo, aquellos con los que debe lidiar su departamento.

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