Segundo día de infierno
Los camioneros provocan un gran atasco en accesos a la capital - Las gasolineras funcionan, pero faltan algunos alimentos frescosLos huelguistas deciden pasar toda la noche en la A-1, la A-4 y la A-6
El segundo día del órdago de los camioneros al Gobierno se saldó en Madrid como todo el mundo se temía: atascos kilométricos en las entradas a la capital -excepto en la A-2- y la sensación de que el caos puede ir a peor. La Dirección General de Tráfico decidió abrir las carreteras radiales de pago R-4, R-5 y R-12 para intentar aliviar los embotellamientos. Para hoy queda una amenaza en el aire: si los transportistas consiguen entrar en la M-30, el colapso en Madrid puede ser absoluto.
Así transcurrió el día en las tres carreteras más afectadas.
"Para arruinarme trabajando, me arruino parado", dice un camionero
- A-1. Los conductores que intentaron entrar a la capital por la carretera de Burgos volvieron a sufrir el mayor calvario, que se venía preparando desde la noche anterior: 70 camiones en fila. Parados. Durante toda la madrugada. El acceso a la M-30 por la A-1 (Burgos) está cerrado. Dos furgonetas cruzadas de la policía cortan el paso a los camiones. Y éstos impiden el tránsito. Sólo queda la vía de servicio. A la derecha, hacia la M-40. Se abren las primeras puertas de las cabinas a las 6.30. Son los huelguistas que han pasado la noche aquí. Caras de sueño y ganas de saber noticias. "¿Hemos salido en algún sitio? ¿Qué se sabe?", pregunta uno. Una radio lo confirma. Habla del corte en la A-1. De ellos. De su protesta. Aún no ha amanecido.
"Hoy se esperan más coches por la Selectividad", comenta un guardia. A las siete no hay atasco. Media hora después, la retención es de tres kilómetros. A las ocho, bocinas al canto. Todo se celebra con pitidos. Por la M-40 sube una docena de camiones sin remolque para cortar también la A-1 hacia Burgos. Atascan tres carriles. Otro embudo y fila de a uno de coches.Pasa el hombre que va a trabajar a Alcobendas y ya no llega. Y la mujer que baja la ventanilla e insulta. Mucho cabreo entre los conductores de automóviles.
"¡Pues párate tú también, que es para que nos bajen el gasóleo a todos!", grita un camionero. Nadie se para. Ellos obligarán a frenar a una docena de camiones a lo largo del día, de los que quieren trabajar y pasan de reivindicaciones. O a los asalariados, como el ecuatoriano Marcelo, que transporta manzanas y patatas de Mercamadrid a Alcobendas. "Mi jefe dice que es mejor que pare. La mercancía puede aguantar en la cámara".
Casi no hay enfrentamientos. Los agentes de la Guardia Civil y los camioneros en huelga comparten confidencias. Si hay que dejar libre otro carril lo despejan rápido. Pero pierden las formas cuando se empeñan en parar a los transportistas que quieren seguir en marcha. "Hay que pincharle las ruedas", grita uno. No lo hacen. A las seis juega España. Algunos suben a la cabina para ver el partido por televisión. Pero la mayoría está más atenta al tráfico.
Van ya dos goles cuando se corre la noticia de que ha muerto un compañero en Granada. Lo ha arrollado una furgoneta en el piquete. Los camioneros improvisan unos crespones negros sacados de un paraguas y, con permiso de la Guardia Civil, cortan durante un minuto la A-1. Los tres carriles que suben hacia Burgos están llenos de coches parados.
- A-4. "Para arruinarme trabajando, me arruino parado", dice Moisés Hernández en su camión, parado desde por la mañana en la A-4. Moisés es uno de los más de 60 camioneros que tomaron ayer la carretera de Andalucía.
La caravana se puso en marcha a las siete de la mañana a la altura de Ciempozuelos. A partir de ese momento, los camioneros iniciaron un lento peregrinaje ocupando dos de los tres carriles de la A-4 en sentido entrada a Madrid. Eso provocó importantes retenciones desde primera hora de la mañana, que alcanzaron en algunos momentos los cinco kilómetros.
En la cuneta, un camión frigorífico acaba de ser inmovilizado por los huelguistas. Moisés no apoya ese tipo de actos. "No se necesita eso, ya estamos haciendo daño al parar", reflexiona.
Fueron cerca de cinco horas para recorrer poco más de 15 kilómetros. A la altura de Pinto, a 19 kilómetros de la capital, varios furgones de antidisturbios daban por finalizada la marcha. Con los camiones parados cortando cuatro de los carriles de la carretera, los transportistas deciden continuar allí su protesta. A las seis de la tarde las dudas crecen. Los huelguistas se enfrentan a la incógnita de marcharse o permanecer toda la noche en la carretera. Una asamblea improvisada decide por unanimidad aguantar hasta hoy. Hay quien acepta a regañadientes la iniciativa. Nadie quiere ser tachado de esquirol. Mientras, los conductores siguen atascados.
- A-5. En la carretera de Extremadura, a partir de las ocho de la mañana comienzan a percibirse los efectos de un cortejo de 19 camiones que se alinean en el carril derecho en sentido Madrid en torno al kilómetro 20. Cuando algún otro camión pasa junto a los transportistas estacionados, recibe una sinfonía de cláxones. En torno a las nueve de la mañana, la retención de vehículos de turismo que transitan por esa vía alcanza unos cuatro kilómetros.
A última hora de la noche las carreteras se despejaron finalmente de coches. Una tregua que durará sólo unas horas. Hoy regresa el infierno.
Información elaborada por Pilar Álvarez, Javier S. del Moral y Rafael Fraguas.
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