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La situación en Oriente Próximo

Tormenta política contra el ministro israelí que amenazó con bombardear Irán

"Atacar Irán para detener su programa nuclear parece inevitable". La frase, pronunciada el viernes por el ministro de Transportes israelí, Saul Mofaz, no sólo ha provocado un aumento en el ya desatado precio del petróleo. También ha forzado airadas críticas de los líderes hebreos y de la Casa Blanca para atajar el efecto de una bravata que ha causado daño a la política israelí respecto a la gestión del expediente atómico iraní.

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El primer ministro, Ehud Olmert, y el Ministerio de Defensa criticaron ayer las palabras vertidas por el ex jefe del Estado Mayor. El portavoz de Olmert, quien aboga por reforzar las sanciones económicas, lo dijo veladamente: "La posición israelí quedó clara durante la reciente visita del jefe del Gobierno a Washington". La amenaza de Mofaz "hace muy difícil persuadir a más países para que se sumen a las sanciones" contra Teherán, lamentó el Ministerio de Defensa.

Proliferan en Israel los dirigentes políticos proclives al trazo grueso. Y Mofaz, al que los programas humorísticos de la televisión tildan como el más macho entre los machos, ha puesto el listón tan alto como el coste del barril de crudo. También es frecuente que un ministro se exprese contra las directrices establecidas por el jefe del Ejecutivo. Es el israelí un sistema político marcado por un acentuado personalismo y por la lucha descarnada entre los contendientes. Y en época de crisis, como la presente, con el primer ministro acosado por el enésimo escándalo de corrupción, los aspirantes a la sucesión en su partido (Kadima) y en el Gobierno pierden los papeles.

¿Imprudencia? ¿Irresponsabilidad? "Convertir el asunto más importante en materia de seguridad estratégica en un juego político, utilizándolo para la eventual campaña interna en Kadima, es algo que no debe hacerse", afirmó el viceministro de Defensa, el laborista Matan Vilnai, quien también ha sido protagonista de sonadas salidas de tono. Meses atrás fue objeto de ácidos ataques por advertir de un "holocausto contra los palestinos".

Mofaz quebró la política israelí de dejar en manos de EE UU y los países europeos el manejo del espinoso programa nuclear iraní. Lo último que desea el Gobierno es aparecer en la primera línea de la creciente presión diplomática y económica contra el régimen de Teherán. Olmert pretende que se imponga un bloqueo naval a Irán, que se prohíba viajar a sus ciudadanos a países occidentales y que se impida también que el país importe gasolinas refinadas. Pero su intención es que Washington encabece la operación.

"En contraste con la guerra de Irak, para la que EE UU tuvo dificultades en la formación de una coalición internacional, existe un apoyo leal en Europa, encabezado por Francia, para impedir que Irán obtenga armamento atómico. Inconvenientes palabras en Israel dificultan formar esa coalición", escribía ayer el analista del diario Maariv Amir Rappaport.

Mofaz se atrevió a decir que "las sanciones son ineficaces". Y Vilnai replicó que "esa declaración es inadmisible y muy dañina". Aconsejó al titular de Transportes que guarde silencio. Una utopía. Las trifulcas internas tienen reflejo inmediato en el funcionamiento de un Gobierno de coalición en el que cada partido toma posiciones ante un eventual adelanto electoral.

Un ejemplo reciente. Mofaz visitó la semana pasada la meseta del Golán (ocupada a Siria en 1967) y rechazó su devolución a Damasco. Que su jefe, Olmert, intente mantener en el más estricto secreto los incipientes contactos con Siria no le importó. Sean una farsa o un intento sincero de negociar la paz, son multitud quienes consideran que el primer ministro tiene los días contados. Así que los aspirantes a sucederle van a su aire.

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