La feria de Basilea
"¿Qué te ha parecido la feria?", le pregunté a mi amigo de Basilea,un banquero propietario de una gran colección de arte. "Un circo" me respondió, "y los galeristas, cada vez más arrogantes".
Sin embargo, la Feria de Basilea, Art Basel, como cada año, es la mejor en su género, que es el del arte moderno y contemporáneo. Además de su habitual buena organización, esta edición era importante para calibrar el estado del mercado del arte.
El primer día no estaba todo vendido, como el año pasado, pero los galeristas estaban satisfechos. Es evidente que existe una gran especulación, dado que la inversión en el terreno inmobiliario y en el bursátil ha caído estrepitosamente; ahora el nuevo problema es que los precios son tan altos que el comprador "medio", el que va de los 4.000 a los 300.000 euros (en el que está, por ejemplo, mi banquero) está desconcertado. Sucede que quien compró bien hace tan sólo cinco o siete años ha visto los precios multiplicarse: un shiraga (artista japonés del grupo Gutai) que costaba tan solo 10.000 euros vale ahora la friolera de 600.000; un dibujo de Julio González comprado en 2004 por 15.000 euros vale ahora 75.000 (visto en Waddington). Y los coleccionistas dudan entre si venderse estas obras o conservarlas: la gran mayoría, verdaderos amantes del arte, las conserva.
Pero el reto ahora es, como siempre, comprar con buen ojo y a buen precio. Sólo que en esta edición había menos obras espectaculares de las vanguardias clásicas y, en general, todo había subido de forma sustancial.
Destaquemos ya lo visto en la feria. En el piso superior, dedicado al arte contemporáneo, era perceptible un cambio: apenas había fotografía utilizada por artistas plásticos, poca novedad en pintura y mucho collage y fotomontajes. Y mucho arte conceptual o posconceptual, encarnado muchas veces en objetos. El tono general era decorativo, refinado,de un intelectualismo superficial.
En el terreno del collage o fotomontaje, hemos descubierto a Seb Patane, Donald Urquhardt, Katja Strunz (autora de excelentes esculturas), David Maljkovic y Ray Johnson (ya fallecido). En el terreno de la escultura, cabe destacar a Gabriel Orozco (en Chantal Crousel), a la joven inglesa Eva Rotschild (en The Modern Institute), la excelente pieza de Cristina Iglesias en Elba Benítez, el nuevo Txomin Badiola (que por fin ha recuperado su vertiente constructivista, en Soledad Lorenzo) y Nuno Ramos (en Fortes Vilaça).
En pintura aparece tanto la figuración (ahora a veces tratada con spray) como la abstracción: nos hemos fijado en la obra de Gert and Uwe Tobias, Elisabeth Neel, Katharina Grosse, David Ratcliff y Eliott Hundley.
En cuanto a las vanguardias clásicas, había menos picassos apabullantes (aunque un Buste de femme de 1905 en Aquavella, precioso), pero varios mirós excelentes. Helly Nahmad daba el golpe con su stand en el que ha reunido las 27 Pinturas sobre masonite de Miró, pintadas en el verano de 1936 y de las cuales él ha comprado la mitad; el resto ha sido prestado por colecciones privadas y museos. En ellas, tras el estallido de la Guerra Civil, que lo sorprendió en Montroig, Miró abandona los monstruos anteriores, se hace más abstracto, pero deposita su violencia en materiales como la arena y el alquitrán . Todos estábamos con la boca abierta ante la excelencia de la idea y la esplendidez del talonario. Pero en la galería Feigen, de Nueva York, aparecía un miró casi inédito (procedente de la colección Pierre Matisse): un collage de 1938 con papel pintado, fotografías y un dibujo infantil (que el artista gustaba de coleccionar) incorporado. La esplendidez de Miró seguía con lo visto en la galería Landau, en Juda y en Elvira González.
Había artistas muy bien representados, como Albers, Philip Guston, Ed Ruscha, E. Kelly, H. Michaux y John Baldessari, y cosas interesantes y más raras de ver como, un klapheck figurativo (en Lelong Zurich) y artistas povera y conceptuales históricos, como Alighiero e Boetti, Paolini y Jan Dibbets.
Art Unlimited resultaba, en cambio, en general, malo: hay actualmente mucha física recreativa que quiere pasar por arte experimental y mucha ocurrencia hecha simplemente para sorprender a un público cada vez más masivo.
victoriacombalia@gmail.com
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.