La desaceleración de Ortega

Exageraba John Pierpont Morgan, rico entre los ricos estadounidenses, cuando definió la riqueza como "la recompensa del esfuerzo y la virtud". Menos comprometido, Francis Scott Fitzgerald proclamó que "los ricos son diferentes" y dedicó lo mejor de su prosa a demostrarlo. Deben ser diferentes, porque tienen listas. No hay listas de las personas más pobres del mundo, ni de las más útiles para la comunidad, pero sí de las que más dinero acumulan. Una explicación probable es que hoy, lejos de los tiempos en los cuales la riqueza era un asunto privado y Henry Ford vivía con seis dólares diarios, el dinero tiene que exhibirse como un trofeo. Es uno de sus privilegios y no el menos valorado. La revista Forbes lleva la antorcha en las olimpiadas de la riqueza. Acaba de publicar la relación de los milmillonarios europeos y en ella se observan tres hechos significativos: que el más rico de Europa es el fundador de Ikea, el sueco Ingvar Kamprad, con casi 20.000 millones de euros; que uno de cada dos millonarios europeos es ruso y que Amancio Ortega, el patrón gallego de Inditex, ha bajado del quinto puesto al undécimo.

Kamprad ha hecho fortuna explotando la falsa afición por el bricolaje. Convenció a media Europa de que resulta muy divertido cargar muebles baratos en el coche, transportarlos a través de desquiciantes atascos y montarlos en casa de mala manera. El caso de los rusos -hay cinco entre los 10 primeros, entre ellos Román Abramóvich, propietario del Chelsea- se explica por la apabullante acumulación de capital en la Rusia pos-soviética. Es el observatorio perfecto para investigar cómo nace el capitalismo.

Pero el retroceso de Ortega exige explicaciones más castizas. Cierto que con tanto millonario ruso queda poco sitio para los pudientes españoles. Pero también es una metáfora de la desaceleración anunciada por Rodríguez Zapatero. En la versión seráfica del presidente, la caída del rico hispano, igual que el parón de la economía, será un breve paréntesis. Así que la próxima lista de Forbes restaurará el puesto de Ortega entre la crema de la riqueza europea. Claro que el presidente también puede equivocarse. En todo.