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Montilla retrasa los asuntos más polémicos ante el congreso de ERC

El Gobierno busca tranquilizar a las bases republicanas

Miquel Noguer

Los socios de Esquerra Republicana (ERC) en el Gobierno catalán llevan meses refiriéndose al crucial congreso que este partido comienza el próximo fin de semana como "cosas internas de los republicanos". Pero tanto el PSC como Iniciativa disimulan cada día peor sus temores a los devastadores efectos que para el tripartito podría tener un buen resultado de los sectores críticos de ERC, encarnados por Joan Carretero y Jaume Renyer.

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Nadie lo admite en público, pero estos días en las bambalinas del tripartito todo son gestos para evitar que la militancia de ERC, propensa a las reacciones volcánicas, dé la espalda el próximo sábado a las candidaturas de Ernest Benach y Joan Puigcercós, las más partidarias de la estabilidad gubernamental. Los gestos hacia los republicanos están implicando numerosos cambios y gestos en la obra de gobierno.

Se enmarcan en esta estrategia la negativa a aceptar públicamente que las interconexiones de cuencas fluviales se llevarán a cabo, la marcha atrás en la aplicación de la tercera hora de castellano y la negativa del Departamento de Cultura a cumplir las resoluciones del Vaticano para entregar a Aragón las piezas de arte en litigio entre el obispado de Lleida y el de Barbastro-Monzón. "Estos días es mejor no hacer nada que haga explotar a Esquerra Republicana", admitían ayer en el Parlament fuentes del PSC.

La actual dirección de ERC teme por los efectos que tendrá sobre sus 10.000 militantes con derecho a voto un largo episodio de lucha contra la sequía que ha excitado notablemente a sus militantes del Ebro y de Lleida, alérgicos a cualquier tipo de trasvase. Tanto el candidato de Reagrupament.cat, Joan Carretero, como el de Esquerra Independentista, Jaume Renyer, se han afanado en utilizar los vaivenes del Gobierno en la crisis del agua para ganar adeptos en las zonas más sensibles. De ahí que ahora nadie en el Gobierno quiera hablar de interconexiones de cuencas que, entre otras cosas, permitan abastecer Barcelona con agua del Ebro si en el futuro se da de nuevo una situación de emergencia. A Iniciativa per Catalunya ya le va bien, pues es uno de los pocos asuntos en los que coincide plenamente con ERC. En cambio, en la calle de Nicaragua, sede de los socialistas catalanes, esperan a que pase el congreso de ERC para sacar pecho y decir abiertamente lo que hasta ahora han dicho con la boca pequeña: que la interconexión de cuencas se hará según las previsiones iniciales. Es decir, mediante tuberías que unirán las desalinizadoras con diferentes cuencas.

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Los críticos también han desempeñado un papel básico en el aplazamiento de un año de la entrada en vigor de la tercera hora de castellano en primaria. Tras abogar Esquerra Independentista por romper el Gobierno si la tercera hora se comenzaba a impartir ya el próximo curso, la portavoz parlamentaria del partido, Anna Simó, próxima a Joan Puigcercós, dijo: " mientras ERC esté en el Gobierno". Dicho y hecho: en un par de horas, el presidente Montilla; el consejero de Educación, Ernest Maragall, y el consejero de vicepresidencia, Josep Lluís Carod, llegaron a un acuerdo para que la tercera hora no se aplique el próximo año.

El presidente de la Generalitat remachó ayer este gesto a ERC con una encendida defensa del modelo de inmersión lingüística en el pleno del Parlament. En respuesta a Ciutadans primero y a ERC después, el presidente de la Generalitat avaló el actual modelo como garantía de que los niños aprendan catalán, castellano e inglés. Y para regocijo de ERC, Montilla hasta amenazó con acudir a la justicia si se cuestiona el modelo. "Defenderemos nuestras competencias, a veces recurriendo incluso al Tribunal Constitucional; lo hemos hecho y, si hace falta, lo volveremos a hacer".

El jefe de la oposición, Artur Mas, no ocultó su incredulidad: "¿Es un tema de partido o de país?", preguntó a Montilla.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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