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Luz Casal, "na terra por fin"

La cantante reivindica su galleguidad en el concierto de A Coruña

Faltaba "el reencuentro" con una tierra que reivindica como suya. Dos años de lucha contra el cáncer, una gira suspendida, el regreso con una Vida tóxica que ya es disco de oro con más de 40.000 copias vendidas, y la vuelta llena de energía a los escenarios.

Pero a Luz Casal aún le faltaba el retorno a sus orígenes, la tierra de sus padres, en la que nació (Boimorto, 1958), y que también es la suya aunque no fuese donde se crió. Y su doble cita en Galicia, el viernes en A Coruña y anoche en Vigo, no sólo permitió a la cantante saldar un debe y sus deseos de volver, sino la de clamar su galleguidad.

El cáncer no minó su potencia; sigue derrochando energía y voz
El espectáculo entremezcló temas nuevos con sus éxitos antiguos

"Por fin na terra", exclamó la cantante nada más pisar las tablas del Coliseo coruñés, con el aforo recortado a 1.500 sillas que estaban casi llenas. Luz se esforzó por hablar todo el rato en gallego, superando su rubor por introducir "a veces palabras de castellano en el idioma materno" y lanzó por doquier "moitas grazas". "Muy agradecida por este reencuentro con mi tierra", dijo al abandonar el escenario, no sin antes dedicar, en uno de los tres bises de su prolongada actuación en A Coruña (dos intensas horas de espectáculo), una fabulosa "versión desnuda" de Negra Sombra, ese poema de Rosalía de Castro que Luz dice llevar "metido nas venas", aunque tardó en cantarlo por su escasa seguridad con el idioma de Galicia.

La artista también quiso, emocionada, compartir sentimientos con su público gallego. Y es que, según contó, antes del concierto se fue a pasar por las playas de Riazor y Orzán, donde vive parte de su familia, y afloraron a borbotones "la cantidad de recuerdos" que guarda de Galicia, y sobre todo el de su padre José, fallecido pero "presente", dijo, en estas dos actuaciones en su tierra natal.

Unos conciertos que Luz Casal, en esta gira con tantos guiños y con un corte de manga a una enfermedad que aún no está totalmente vencida, divide en dos partes, ofreciendo no sólo los temas de corte más sentimental y melódicos de su último disco, sino un soberbio recorrido por sus 25 años de carrera musical.

El cáncer no logró minar la potencia de Luz. Derrochando energía y voz, la cantante entremezcló durante la primera hora, en un ambiente intimista -pese a la frialdad del recinto del coliseo coruñés- de suaves luces malvas y con música acústica, los temas de Vida Tóxica, como el Sé feliz o Bajo el brazo, con sus éxitos, algunos en versiones más relatadas que cantadas, como el No me importa nada, que dedicó a todas las mujeres, Un nuevo día brillará o el Piensa en mí, cuyas primeras notas fueron recibidas por el público de A Coruña con un admirativo y prolongado ¡Oh...! Y tras 15 minutos de descanso, la intérprete y su banda volvieron, entonces transformados en un decorado que cambió con luces de neones y muchos vatios de electrónica.

Luz Casal regresó en ese final de fiesta a sus orígenes más roqueros, hizo botar y bailar al público e incluso, al recrear un endiablado Rufino, provocó el recuerdo de sus principios en el mundo de la música. Y también, por qué no, se permitió un guiño a esa maldita quimioterapia, al calzarse una peluca de larga melena negra que hizo girar y girar al ritmo de su música.

Y antes de despedirse del público de A Coruña, en vísperas de su concierto de ayer en Vigo, esta mujer "que nunca supo morderse la lengua" quiso advertir a quienes dudan de su honestidad, como leyó en comentarios de prensa que no le gustaron nada, "pois que se tiren ao río".

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