Palha, el ganadero que conmocionó Las Ventas
Parece que va a resultar cierta la teoría nietzschiana del eterno retorno, al menos aplicada a la fiesta de los toros. Se observan últimamente señales inequívocas de que el centro de interés de la afición se está desplazando de nuevo hacia el toro, como era en el principio, en detrimento de la atención que concita el torero.
Ya no son sólo "los victorinos" que se lidian esta tarde. La tradicional corrida de Dolores Aguirre, aunque no colmó este año las expectativas de la afición, también atrajo al público que habitualmente sólo venía a ver a las figuras. No digamos ya la auténtica conmoción que ha causado la corrida de Palha lidiada el pasado jueves: saludos del mayoral y llanto emocionado del ganadero, João Folque, quien valora así la triunfal tarde dada por sus toros, uno de los cuales dio la vuelta al ruedo: "Esto es como ganar la Champions League taurina: ver la plaza más importante del mundo completamente entregada por el comportamiento de los toros".
La ganadería portuguesa de Palha sólo obtuvo un triunfo similar en Madrid en 1889, en que la mataron Lagartijo y Frascuelo. Se trata de la segunda más antigua de las existentes, después de la de Miura. Son 160 años de tradición ganadera ininterrumpida, lo que le produce a su propietario la satisfacción añadida de la continuidad en el tiempo. Pero lo cierto es que, desde que el actual heredero y propietario del hierro se encuentra al frente, sus éxitos han comenzado a multiplicarse.
Conjugar tradición y evolución en la justa medida es uno de los secretos de su eficaz fórmula. "Por ejemplo, en cuanto a la alimentación, nuestros toros siguen comiendo lo mismo que hace 150 años: una mezcla de cebada, habas y avena, que preparamos en nuestro molino y que complementamos con complejos vitamínicos de última generación para preparar al toro frente al estrés generado por el transporte y por la propia lidia". Importantísimo es también el espacio de que disfruta cada toro en la finca, de 1,5 a 2 hectáreas por ejemplar, lo que le permite moverse y desarrollar su musculatura de manera natural y armónica. A los toros de esta ganadería no les ha afectado como a otras el problema de la falta de fuerza que ha llegado a ser endémico. Otra práctica que se ha revelado eficacísima es utilizar sementales jóvenes que comiencen a padrear ya con tres, cuatro y cinco años, edades que considera el ganadero como idóneas para que puedan transmitir el máximo vigor a sus descendientes.
Sobre las virtudes a seleccionar en la tienta, Folques no tiene duda: "Yo aconsejaría a los ganaderos que dejaran de preocuparse porque los toros fueran cómodos para el torero; se dedican a seleccionar nobleza y bondad, cuando lo que hay que potenciar es la casta, poder y fiereza".
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