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Columna
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El fondo de los asuntos

La prueba de que el pensamiento actual habita en la superficie es que Berlusconi se decide por fin a fortalecer el Estado, y, ya puesto, limpiar Italia de indeseables, y lo único que recibe es un aluvión de críticas del resto de Europa. Total porque se dispone a comenzar por los gitanos rumanos y demás inmigrantes sin papeles, en lugar de por otros colectivos menos visibles, aunque bastante más instalados en el delito, como la Mafia.

Menuda frivolidad ¡Como si ambos fenómenos fueran comparables! La Mafia tendrá muchas cosas criticables (extorsión, crimen organizado y todo eso) pero nadie podrá negar que se trata de un grupo humano autóctono, de gran arraigo social y enorme tradición histórica. Y, sobre todo, discreto, a pesar de su involuntaria proyección mediática. Es verdad que algunos de sus miembros tampoco tienen los papeles en regla, pero esto no es más que una circunstancia temporal achacable al desacuerdo con los funcionarios de turno sobre el precio a pagar para conseguirlos.

Y no solo eso, también debe considerarse su más que apreciable contribución económica. Los compasivos adversarios de Berlusconi debieran saber que las últimas estimaciones sitúan el volumen de los negocios manejados por la Mafia calabresa en el entorno del 3% del PIB italiano. Sumen a ello las generosas contribuciones de sus colegas de profesión (la Camorra napolitana y la Mafia siciliana) y podría llegarse hasta el 7%-8% (hay estudios sobre ello).

Sin embargo ¿cuál es la aportación a la riqueza de los inmigrantes ilegales? Se lo pueden imaginar: ninguna. Incluso si me apuran, negativa, porque, al ser estos pobres de solemnidad, actúan como depredadores netos del entorno. Por tanto, menos proclamas demagógicas y más ir al fondo de los asuntos.

Por supuesto, no hace falta irse a Italia para constatar la ausencia de enjundia argumental en los juicios políticos. Las recientes críticas dirigidas al presidente de la Generalitat por atreverse a proclamar a Torrevieja como la capital del S. XXI; o por su visionaria propuesta de ofrecer Educación para la Ciudadanía en el idioma de Shakespeare, son buenos ejemplos de ello. Todo lo que es innovador, arriesgado, pionero en el terreno social, siempre resulta molesto a inmovilistas e indocumentados de toda clase y condición. ¿Por qué? Porque la gente no va al fondo de los asuntos.

Es lo mismo que le ocurre a Rajoy. Por fin se ha dado cuenta de que para ganar unas elecciones a lo mojó hay que romper un poco España y retirarle el saludo a Federico. Y sus colegas se rebelan diciendo que no se fían de él. ¡Pero hombre, si el problema reside precisamente en que Mariano se ha fiado demasiado de vosotros durante cuatro largos años! Habrá que probar otras cosas. Pues no señor, no le dejan. ¿Por qué? se preguntarán ustedes. Pues, efectivamente, porque nadie quiere ir al fondo del asunto.

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Ahora se explica lo de Victoria Beckham. Este icono cultural de la modernidad ha sido noticia esta última semana por declarar que "no puede pensar sin tacones". Sin embargo, como ocurre con Berlusconi, el mensaje se ha quedado en lo anecdótico. Lo que piensa Victoria cuando se pone los zapatos, que es lo verdaderamente importante, a nadie le ha interesado lo más mínimo. De hecho, la periodista ni se lo preguntó. ¿Por qué? Porque, evidentemente, no quería llegar al fondo del asunto.

En fin, que a muchos les podrá resultar hasta divertido esta casi total ausencia de profundidad en los análisis. Pero, en mi modesta opinión, por aquí no vamos a ningún sitio.

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