Grave cogida de Frascuelo
El veterano Frascuelo, que torea muy poco, una sola corrida durante la pasada temporada, resultó gravemente herido por su primer toro, que le infirió dos cornadas, una en cada muslo. Todo ocurrió tras un comienzo espectacular con la muleta, doblándose por bajo con enorme torería y un trincherazo de cartel. Citó a continuación desde el centro del anillo con la mano derecha y la tanda resultó destemplada por el cabeceo del animal. Tomó la zurda y fue cuando el toro lo empaló por detrás, lo volteó, cayó a la arena de mala manera y allí lo corneó. Frascuelo se levantó con la taleguilla ensangrentada, prueba evidente de que el pitón astifino de su oponente lo había calado.
Fue un mazazo para la plaza, como cualquier cogida, pero más en este caso por el especial cariño que aquí se profesa a este torero. De hecho, cuando se rompió el paseíllo fue obligado a salir al tercio para recibir una cerrada ovación. Momentos después, Frascuelo brindó el toro al respetable. Y llegó la cogida, quién sabe si por exceso de confianza del diestro, que disfrutaba de un instante dulce en su única comparecencia en esta Feria de San Isidro.
Cuadri / Frascuelo, García, Lancho
Cuatro toros de Celestino Cuadri, bien presentados, mansos y aplomados, a excepción del sexto, bravo y noble; y dos, primero y segundo de San Martín, bravo y blando, el primero, y muy soso el otro.
Carlos Escolar Frascuelo: cogido por su primero.
Iván García: pinchazo, estocada ladeada y dos descabellos (silencio); pinchazo, metisaca -aviso- cuatro descabellos -segundo aviso- y un descabello (algunos pitos); cuatro pinchazos, media -aviso- y tres descabellos (silencio)
Israel Lancho: dos pinchazos -aviso- estocada (silencio); tres pinchazos y bajonazo (silencio); dos estocadas (ovación tras petición).
Plaza de las Ventas. 25 de mayo. 18ª corrida de San Isidro. Lleno.
La corrida quedó rota y el mano a mano entre Iván García e Israel Lancho podía ser calificado de absoluto desastre a no ser por la calidad del último toro de Cuadri, que hizo torero a un joven espigado, Israel Lancho, que parece llamado para otros menesteres en la vida. Le tocó el toro de su vida, con acometividad en el capote, bravo en el caballo, perseguidor en banderillas y que embistió con fijeza, nobleza y recorrido en la muleta. Le faltó, acaso, un punto de codicia para alcanzar niveles de perfección. Lancho, que se había visto agobiado por el toro en el capote, brindó al público, inició su labor con un pase cambiado por la espalda y protagonizó una faena en la que prevaleció la quietud, de la que emergieron naturales y derechazos largos y hondos y buenos pases de pecho. No le perdió la cara, y aunque evidenciaba muchas carencias, es justo decir que hizo el esfuerzo suficiente para suplirlas con una entrega encomiable. Mató mal, de un feo espadazo que asomaba por los costillares y se esfumó la oreja.
A pesar de ello, Israel Lancho carece de los mínimos fundamentos técnicos exigibles y sólo un milagro posibilitó que saliera por sus pies de la plaza. Es valiente y no aflige, pero estuvo siempre a merced de sus toros.
El caso de Iván García es más grave. Está más experimentado, pero la actuación de ayer fue triste y decepcionante. Sólo tuvo voluntad; no dio una a derechas, vulgar, muy vulgar. Y no se puede venir a Madrid para hacer la suerte de matar tan rematadamente mal como la hizo en los tres toros. Por desgracia, se ha echado una pesada losa sobre su dificultosa carrera.
Babelia
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