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CÁMARA OCULTA
Columna
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Filmes automalditos

Hay películas de festivales que jamás se ven comercialmente en España, ni prácticamente en ningún otro país, salvo en el suyo propio. Son películas pensadas para los festivales de cine, que las acogen como singularidades cuando en realidad son esos mismos festivales los que las retroalimentan. Cannes, a través de sus múltiples secciones, es el abastecedor principal de este género tan peculiar.

En el mundo hay varios miles de festivales de cine, la mayoría de los cuales están obligados a pagar por exhibir películas, con lo que se ha acabado formando una red de distribución paralela, que no es mal negocio. Esas películas de autor, bendecidas por Cannes, extravagantes a veces, excelentes unas pocas, no perjudican los intereses de las grandes productoras, y además suelen ser del gusto de revistas sesudas de cine, que las aúpan como gestas de la cinematografía moderna. El círculo se completa.

Pero llega la hora de la verdad y todos somos de barro. En Cannes se ha podido ver cómo bastantes críticos abandonaban apresuradamente la proyección de un filme festivalero para no perder su puesto en la proyección del último Indiana Jones. El éxito de las grandes producciones norteamericanas comienza con el entusiasmo de estos mismos críticos, ansiosos por conocerlas, incluso deseosos de aplaudirlas en la sala.

La industria de Hollywood, o de la llamada indie, que para el caso es lo mismo, ve con buenos ojos que en los festivales proliferen junto a las suyas muchas películas de autor... mientras no molesten. A la postre, en la taquilla seguirán reinando Spielberg, Soderbergh o Eastwood, aunque sus obras no sean siempre las mejores, y no importa que algunos cineastas extranjeros acaparen premios -la película rumana del pasado año, 4 meses, 3 semanas y 2 días, por ejemplo-, incluso que reciban algún Oscar, todo va bien mientras no afecten en serio al negocio.

Ni las películas producidas especialmente para los festivales, que aparte de acudir a éstos suelen quedarse en casa, ni el merecido éxito que muchas buenas películas extranjeras alcanzan en el mundo, afecta en serio a Hollywood. En Cannes se han reunido ministros europeos de cultura para volver a dar un empuje a sus cinematografías. Con todas las bendiciones, pero que no saquen los pies del plato, o Hollywood acabará enfadándose. Que sigan en sus guetos.

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