Sentencias a caballo
Que China está en un irremisible proceso de cambio no hay quien lo dude, a pesar de que no todos estén de acuerdo con el ritmo que el Gobierno del país asiático imprime a la transformación. El Ejecutivo no parece ir en paralelo a la metamorfosis económico-social, mientras el poder judicial aún sigue enclavado tanto en la disciplina de partido como en los métodos tradicionales de la China de las dinastías, por lo que la justicia no acaba de confirmarse como un poder independiente.
El último viaje del juez Feng, ópera prima de Liu Jie, habitual director de fotografía de Wang Xiaoshuai, el autor de La bicicleta de Pekín, muestra precisamente el estado de vacilación del país, con la historia de un tribunal ambulante que recorre los pueblos de una aislada región intentando impartir justicia.
EL ÚLTIMO VIAJE DEL JUEZ FENG
Dirección: Liu Jie.
Intérpretes: Li Baotian, Yang Yaning, Lu Yulai.
Género: drama. China, 2006.
Duración: 101 minutos.
Con la inestimable ayuda logística de un viejo caballo que carga, entre otras cosas, con el tan simbólico como poco llevadero emblema nacional, los tres integrantes del tribunal deambulan casi en estado de duermevela. Jie establece así un triste paralelismo entre la situación del país y el lento caminar de los encargados de velar por la equidad, al tiempo que se muestra un curioso anecdotario de casos que solucionar.
No son pocas las películas chinas recientes que se están haciendo eco del choque entre tradición y modernidad en el que se mueve el país, con la magnífica Naturaleza muerta, de Jia Zhangke, como exponente máximo. En El último viaje..., el escrupuloso sentido de la legalidad del juez joven se contrapone con la preponderancia del sentido común aplicada por el viejo, pero quizá el gran problema de la película es que el gran conflicto dramático que van a sufrir los protagonistas llega demasiado tarde.
La espectacularidad del paisaje y el evidente interés general de la temática se enfrentan a la quietud de la puesta en escena (sin movimientos de cámara ni música) y a la tardía aparición de un verdadero drama con el que el espectador pueda implicarse del todo. De modo que la película acaba teniendo un interés más antropológico y político que estrictamente cinematográfico.
Babelia
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