Escenas de la vida en el Congo

Una pintura del artista congoleño Chéri Chérin muestra a los miembros del Gobierno de su país caricaturizados como animales salvajes, vestidos al estilo occidental, alrededor de un leopardo cubierto con corona de oro que quiere simbolizar el poder del presidente Kabila, elegido en las urnas en 2006, cinco años después de ser nombrado a dedo para ocupar el cargo tras el asesinato de su padre, el anterior presidente. En otra, titulada Espectáculo africano, la realidad se transforma en un partido de fútbol.

En los cuadros de su compatriota Jean Paul Nsimba Mika (Kinshasa, 1980) se ven escenas de magia negra y militares agrediendo sexualmente a mujeres. "Son como reportajes de la vida en la República Democrática del Congo", explica Chéri Chérin, nombre artístico de Joseph Kinkonda (Kinshasa, 1955). "Nos inspiramos en escenas de la vida cotidiana, en la mitología y en la religión para criticar la realidad. Somos testigos molestos en nuestro país".

Una beca de la BBK ha permitido a los pintores trabajar dos meses en Bilbao

En el Congo los artistas como ellos trabajan en la clandestinidad. La veintena de cuadros que han reunido en la exposición ¿Cómo está África? ha esquivado la censura de su país gracias a una beca de la Fundación BBK que les ha permitido trabajar los dos últimos meses en Bilbao sin ataduras y con los medios materiales que han requerido. "Es una pintura de combate. Denunciamos lo que ocurre en la sociedad plasmándolo en la pintura como si fuera un espejo".

La República Democrática del Congo, sita en el corazón del continente africano, hace frontera con 10 estados y tiene un subsuelo rico en diamantes, oro, cobalto, estaño, manganeso y coltán, y una población pobre, víctima de la corrupción y los conflictos armados que arrastra el país desde hace años. La crítica de los artistas plásticos contra el poder se plasmó en el movimiento de la pintura popular. Al frente de la treintena de autores congoleños organizados en el movimiento se halla Chéri Chérin,. "Son pinturas que hasta un niño puede entender", dice.

Cada una de sus obras, una explosión de color, cuenta una historia, con una crítica afilada contra los abusos del poder, pero también con claros toques de humor.

Su denuncia social y política también ha calado en artistas más jóvenes. Nsimba Mika fue elegido por Chéri Cherin para acompañarle en el proyecto de trabajar en la capital vizcaína. Reconoce a Chéri Chérin como "el padre de la pintura popular". Aunque sigue los postulados del movimiento, se declara partidario de buscar nuevas tendencias. La densidad de sus abigarrados cuadros figurativos aumenta aún más con objetos pegados sobre el lienzo, como telas y adornos. Pese a que lleva 15 años pintando, nunca ha podido exponer en su país.