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Empleo y ciudad

Los datos son tozudos cuando se intenta sustituir las realidades por los deseos. Ello es especialmente claro si salimos de la burbuja local y proyectamos una mirada comparativa sobre nuestro entorno más inmediato. Al margen de narcisismos y triunfalismos municipales al uso, vemos que ciudades como Barcelona han cerrado el año 2007 con un descenso del 3,8% en el paro registrado, mientras que en Valencia y Madrid el número de parados aumentó un 6%. De una manera más precisa, si analizamos el número de parados totales en siete ciudades españolas -Valencia, Madrid, Barcelona, Sevilla, Bilbao, Málaga y Zaragoza-, la evolución del primer trimestre de 2008, comparada interanualmente mes a mes respecto a 2007, sitúa a la ciudad de Valencia a la cabeza del crecimiento de parados registrados de las siete ciudades; especialmente en el caso de las mujeres.

El problema es que no se hace ni lo que se debe, ni lo que se tiene que hacer

Las razones de todo ello son sabidas, aunque no remediadas. El caso de la ciudad de Valencia solo es comprensible cuando se advierte su dependencia del modelo económico propiciado durante casi dos décadas de gobierno popular: una estructura económica fuertemente terciarizada, focalizada en el triángulo ocio-turismo-construcción. Esta apuesta de desarrollo económico local representó en el año 2007 el 74% de las actividades económicas de la ciudad.

Todo ello incide en el tipo de empleo creado, la alta tasa de temporalidad, los niveles salariales por debajo de la media española y el nivel de empleo de menor cualificación. Así se comprende que Valencia mantenga desde 1996 unas tasas de paro superiores a Madrid y Barcelona, diferencia aún mayor en el caso de mujeres y jóvenes de 16 a 24 años.

La apuesta por la fórmula ocio-servicios-construcción y la gestión realizada de los grandes eventos ha conducido a un empleo precario con escasa productividad. Por eso se impone recuperar una estrategia que tenga en cuenta la tradicional complementariedad entre la ciudad de Valencia y su entorno, especializándose en servicios avanzados que aporten valor añadido y contribuyan a impulsar la innovación.

Frente a esta situación, ¿cuál es la política del actual gobierno municipal? Para decirlo sin rodeos: no hay una política activa de empleo. Carecemos de una estructura organizativa que a modo de agencia de desarrollo local aborde en su conjunto la promoción económica de la ciudad. La Concejalía de Empleo y Proyectos Emprendedores centra su atención en el empleo social, bien a través de programas gestionados directamente, bien a través del Pacto por el Empleo en la ciudad de Valencia. Se echa en falta de manera ya apremiante una iniciativa municipal que permita atender a más colectivos, diversificar políticas y activar perspectivas innovadoras.

A todo ello hay que sumar el limitado impacto de las acciones municipales: loables socialmente, pero insuficientes en el ámbito económico y con escasa incidencia en el mercado laboral. Cabe recordar el proyecto EQUAL Concilia-te, pilar municipal durante los últimos tres años, orientado a la inserción laboral de mujeres. Descendiendo a los resultados, comprobamos que durante todo este periodo solo han participado 112 mujeres, de las cuales se han insertado 54, pero únicamente 14 trabajan en ocupaciones relacionadas con su formación en el proyecto.

Por si fuera poco, el presupuesto destinado a la promoción del empleo y a los proyectos emprendedores es muy reducido. Baste decir que la concejalía correspondiente lo ha aumentado el último año en un 2%, mientras que la Concejalía de Turismo lo ha hecho en un 49%. El peso relativo de la promoción del empleo en el conjunto del presupuesto municipal tampoco es mayor, pues apenas supone un 0,2% del presupuesto para 2008, frente al 0,6% de Barcelona y el 1,3% de Madrid.

La única acción positiva de este periodo es el pacto para el empleo en la ciudad de Valencia. Un paso significativo pero insuficiente. Tras seis años de vigencia, finalizó el 31 de diciembre de 2007. A fecha de hoy resultan sorprendentes las vacilaciones del gobierno de Rita Barberá a la hora de abordar su renovación. Solo se han iniciado negociaciones, pero no se han acordado nuevos ámbitos, desarrollos o programas en consonancia con los retos a los que se enfrenta la ciudad. Cuando con tanta frivolidad los responsables del Partido Popular desplazan los problemas municipales a la esfera del gobierno central, bueno sería que al menos en esta ocasión ejerzan sus competencias. El problema es que no se hace ni lo que se debe, ni lo que se tiene que hacer. En este sentido, la acción conjunta de los grupos políticos representados en el Ayuntamiento sería un activo de cara al III Pacto para el Empleo. Por ello el Grupo Socialista municipal ha solicitado su incorporación al mismo con el fin de agilizar su formalización y cooperar en su ejecución.

Dos son los retos prioritarios a los que, entendemos, se enfrenta el próximo pacto:

1.- Ampliar sus programas y extender sus acciones tal y como plantean los sindicatos participantes: CC OO y UGT.

2.- Apoyar las iniciativas emprendedoras en la creación y el mantenimiento de empresas para incrementar la ocupación en los sectores innovadores como ha sugerido la Confederación Empresarial Valenciana (CEV).

En los 17 años de gobierno del Partido Popular no se ha preparado a esta ciudad para los desafíos complejos a los que hoy debe hacer frente: globalización, retos de la sociedad de la información, desarrollo de nuevos sectores basados en el conocimiento y crecimiento económico sostenible. En definitiva, ya que no se solucionan los viejos problemas, que por lo menos se aborden los nuevos retos.

Ana Botella es concejal del Grupo Socialista del Ayuntamiento de Valencia

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