Marcas con ortopedia
Es ya seguro que en los Juegos de Pekín competirá un atleta distinto de todos. Oscar Pistorius, el joven surafricano que corre con una prolongación de las piernas, dos bandas de fibra de carbono rematadas por una simulación del pie, ha ganado su batalla legal para competir
con el resto del mundo, y aunque no tiene la marca mínima para su prueba preferida, los 400 metros, su país lo seleccionará para los 4 - 400 relevos, donde no hay numerus clausus.
Pistorius nació con una rara enfermedad, por lo que cuando sólo tenía 11 meses le amputaron las piernas y, aunque de forma sólo oficiosa,
se ha medido a sus pares, con buenos resultados, aunque no excepcionales. Y el pasado jueves, tras una competición legal, que duraba ya casi seis meses, el Tribunal de Arbitraje Deportivo, con competencia mundial, ha fallado que su ortopedia no le otorga ninguna ventaja sobre los no discapacitados; un tribunal inferior había concluido que podía rivalizar con atletas de físico parecido, con un ahorro hasta de un 25% de energía.
La decisión es una excelente noticia para los minusválidos que, no sólo legal sino moralmente, pueden aspirar a eliminar
toda o parte de las consecuencias de una inferioridad física que les obligaba a competir sólo entre sí. Refrenda además la voluntad titánica del atleta para superar sus radicales carencias. Santo y bueno; pero no por ello la absolución deja de presentar aspectos problemáticos. ¿Dónde empieza y dónde termina la ayuda ortopédica en el esfuerzo deportivo? Inevitablemente uno recuerda los fármacos que en el ciclismo pueden convertir al llanero en escalador más que competente.
O el caso del tenista transexual que hace tres décadas y con
el nombre de René Richards ganaba a casi todas sus rivales, pese a que como hombre había sido menos que una medianía en su deporte.
El cambio de sexo, ¿no es también una ortopedia? Y cabe que aquello con lo que se suplemente al discapacitado, aunque no constituya ventaja cuantificable ante atletas de envergadura similar, sí pueda estar facultándole para superiores metas a las que habría llegado si tuviera todos sus miembros. Bien está que Pistorius compita, pero sin hacer de la excepción norma.
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