Cádiz entrega restos de fusilados sin plena garantía de su identidad
El Ayuntamiento da tres meses a los familiares antes de derribar el cementerio
Antonio Cózar y Pascual Sánchez llevan casi una semana mirando una tumba que llevaba cerrada varias decenas de años. En el cementerio de Cádiz aguardan que los arqueólogos concluyan la exhumación de sus padres, los dos fusilados durante la Guerra Civil y enterrados en uno de los patios del camposanto.
Empezaron el martes pero todavía no han podido concluir los trabajos. Cuando terminen recibirán unos restos que se supone que serán los de sus progenitores pero nadie se lo garantizará. "El Ayuntamiento no lo va a firmar porque ahí hay muchos huesos y yo no tengo dinero para pagar las pruebas de ADN", lamenta Sánchez.
El Consistorio gaditano, gobernado por el PP, ha colocado un cartel en una de las paredes del cementerio en el que anuncia con una infografía cómo será el parque urbano que quiere construir encima de esos terrenos. El proyecto acumula un importante retraso porque no va a ser fácil clausurar definitivamente el camposanto. Sanidad prohíbe construir mientras no sean sacados todos los huesos y el proceso de exhumación completa tardaría años, ya que se calcula por miles las personas que pueden seguir sepultadas en la fosa común o en las medias sepulturas que hay, incluso, debajo de los nichos construidos. Para apremiar el proceso, el Ayuntamiento ha dado un plazo de tres meses a familiares para que reclamen a sus seres queridos antes de trasladarles a todos a una fosa común en el cementerio de Chiclana.
La CNT y la Asociación de la Memoria Histórica de Cádiz ya se han opuesto a estos límites. Han reclamado a Cemabasa, la empresa municipal encargada de gestionar el cementerio, que estudie profundamente los restos que quedan y que analice no sólo la fosa común sino también las medias sepulturas que hay bajo los nichos. "No se va a poder cerrar el cementerio tan pronto como quieren", advierte Rafael Fuertes, presidente de la Memoria Histórica en Cádiz.
Mientras, ante las noticias sobre exhumaciones en el cementerio, siguen apareciendo familiares que reclaman poner nombres y apellidos a los restos anónimos. Antonio Cózar busca a su padre, Andrés, quien fue fusilado tras el golpe de 1936 por pertenecer a la CNT. Entonces Antonio sólo tenía siete años. "De niño me llamaban el rojillo", recuerda. "Yo excavaría hasta la extenuación", añade.
Pascual Sánchez también quiere enterrar a su padre, fusilado durante la guerra por haber defendido los derechos laborales de sus compañeros panaderos. La exhumación, realizada por arqueólogos contratados por Cemabasa, comenzó el martes y continuará el lunes.
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