Cómo invertir la espiral en videoarte
La Universidad Carlos III acoge un deslumbrante experimento visual
El concepto parecía sencillo: 360 + 1 representa la experiencia de la circularidad. Implica que un giro de 360 grados no termina en el mismo punto, sino que sube un nivel (ese + 1) como una espiral infinita. O algo así. Sobre el terreno, en Getafe, en la Facultad de Humanidades de la Universidad Carlos III de Madrid, esta teoría para intelectuales y videoartistas se convirtió ayer en algo más intuitivo y visual: seis pantallas y 20 módulos donde se proyectaban imágenes simultáneas bajo música hipnótica y suave oscuridad.
Imágenes de ruedas y borrascas se mezclaban con sonidos ambientales
'Circularidad' es un concepto simbólico. Implica aprendizaje y creación
La narración inconexa reunía imágenes de tambores de lavadora, ruedas, ventiladores o borrascas que giraban, mezclado con sonidos ambientales, fotografías y vídeos de paseantes por Madrid, París, São Paulo o Marrakech. Esto a su vez se fundía con escenas de botellones, favelas, danza derviche, teatro callejero y manifestaciones.
Sólo faltaron los subtítulos. Porque salvo los artistas implicados -Fernando Salís (Calibre), Bajo Tempo, Hypnotica y Left Hand Rotation-, el resto de los asistentes contemplaba las pantallas con cara de póquer. "Es muy sugestivo este cambio de imágenes y que te obliguen a ver simultáneamente cosas distintas como ruptura del punto de vista habitual... pero no se entiende. A lo mejor esto es un espectáculo que se comprende sólo al final", se esforzaban Abraham y Adrián, dos de los escasos 50 estudiantes que se acercaron a la facultad (era día de huelga contra el Plan de Bolonia).
"Estéticamente está muy bien y sale de la rutina de clase, pasillo, clase, pero quizás echamos en falta una breve introducción, algo que nos dé pistas para entender por qué lo hacen", añadían las estudiantes de Erasmus Natila, Enrica y Raquel. Desde los balcones contemplaban el festival de imágenes y trataban de reconocer la terraza del barrio de las Letras donde se tomaron unas cañas, la plaza de Cibeles con el reciente espectáculo de La Fura dels Baus o los bailes flamencos mezclados con danzas turcas y brasileñas.
"Esto trata de la interculturalidad, en contra del racismo", afirmaba uno de los espectadores con determinación. "Y los peces dentro de lavadoras, ¿qué significan, tío? ¿Hermanamiento de la tierra y el agua? Para ver esto hace falta un manual, no me jodas", respondía su compañero con la sorna del que no ha entendido nada.
Mientras algunos jóvenes tomaban notas sobre las proyecciones para un trabajo de clase, otros aseguraban que el espectáculo tenía que ver con la huelga y los más avispados aprovechaban la luz a medio gas para lascivas intenciones. "Sólo falta la barra de bar", comentó alguien a DJ Bajo Tempo, que creaba ambiente con su mesa de mezclas. "Quita, quita, que los músicos y DJ llevamos 20 años en la noche y con cosas de este tipo podemos sacar la música del mundo del alcohol y las drogas", respondió él sin descuidar los platos.
El joven colectivo Left Hand Rotation, habitual en proyectos audiovisuales de espacios como OffLimits o Nowhere (Desierto de Monegros), explicaba pacientemente en qué consistía la famosa circularidad y por qué experimentaban con ella desde su ordenador: "Es un concepto simbólico, quiere decir que cuando se termina un giro completo hay algo más debido al aprendizaje y la creación". "Me ha quedado mucho más claro", ironizaban algunos en voz baja, mientras Carlos, representante de Hypnotica, controlaba las pantallas redondas, rectangulares o en forma de puerta donde se sucedían las oníricas imágenes, similares a las que ven en el Sonar o el FIB.
El coordinador del proyecto y profesor invitado de la facultad, Fernando Salís -conocido como Calibre en el mundo internacional del videoarte- no perdía la fe en que alguien comprendiera el experimento: "Si el siglo XX impuso un orden audiovisual, nosotros lo quebramos para recordar que hay otras visiones. Y aunque no podemos estar en la mente del público para saber qué le inspira todo esto, confío en que se identifican las imágenes y se encuentra un sentido".
Actor, cineasta, 'performer', profesor...
Cuando se le pregunta a qué se dedica tarda minutos en explicarse: "Soy artista audiovisual. Y actor, de teatro sobre todo. También cineasta... filósofo, investigador...". Podría seguir con: profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro invitado en la Carlos III y miembro del Instituto Hemisférico de Performance y Política de la Universidad de Nueva York. Fernando Salís (Brasilia, 1971) cogió su primera cámara a los 17 años y desde entonces se comunica a través de imágenes, convertidas en objeto de sus investigaciones y performances. Durante un año imparte clases en Madrid y en ese contexto propuso realizar el "experimento de inmersión audiovisual" 360 + 1.
"Me parecía más interesante que presentar un vídeo mío el invitar a otros artistas madrileños que también experimentaban con la circularidad en sus respectivos campos. El objetivo es que la gente revea sus experiencias de circulación por espacios conocidos. La circularidad no sólo se da en el Universo, como la Tierra que gira, permite transformar planos lineales en giros infinitos que componen nuestra visión". Cuesta seguirle. Su formación como filósofo le traiciona y se plantea cada fotograma como una teoría en sí misma.
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