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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El título escondido

Javier Ocaña

Reflexión inicial, entre lo mercantil y lo artístico: la presente película es una adaptación de la novela de Unai Elorriaga Un tranvía en SP, polémico Premio Nacional de Narrativa 2002 y lo suficientemente vendida como para poder utilizar su tirón comercial, sobre todo cuando estamos ante una producción modesta, dirigida por un realizador primerizo y de dudoso futuro en la taquilla española. Sin embargo, se ha optado por cambiar el título y acoger la frase final del libro: Un poco de chocolate. ¿Era Un tranvía en SP un título poco comercial? Quizá, pero al menos posee un bagaje literario. Un poco de chocolate no tiene ni bagaje ni capacidad de arrastre.

Más allá del asunto del enunciado, la novela de Elorriaga estaba basada en la fragmentación y la digresión, como reflejo de la mente del protagonista, enfermo de alzhéimer. El novel Aitzol Aramaio y el experimentado Michel Gaztambide (La caja 507, La vida mancha), director y coguionista de Un poco de chocolate, no han sabido (o quizás querido) reflejar en lenguaje cinematográfico la citada metodología, y han optado por un relato en clave naturalista a la que se añaden impostaciones oníricas que sólo funcionan en contadísimas ocasiones, caso de la escena del baile entre los vivos y los muertos.

UN POCO DE CHOCOLATE

Dirección: Aitzol Aramaio.

Intérpretes: Héctor Alterio, Daniel Brühl, Julieta Serrano, Bárbara Goenaga, Marián Aguilera, Ramón Barea.

Género: drama. España, 2008.

Duración: 96 minutos.

Mientras, la capacidad visual demostrada por Aramaio en su premiado corto Terminal (2002) apenas se confirma. Si allí, en una historia sin diálogos, conseguía retratar la desesperación y el desasosiego a bordo de un autobús, aquí sus recursos visuales (como la nieve cayendo sobre el enfermo) resultan más bien toscos y acaban ablandando demasiado una historia que quizá debiera poseer un reverso tenebroso, por lo que en diversas secuencias el sentimentalismo y la melifluidad se acaban imponiendo a lo verdaderamente tierno.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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