La caída de Roma
La pérdida del Ayuntamiento de la capital italiana agudiza la crisis de la izquierda
La derecha posfascista regresa a Roma más de medio siglo después de la caída de Mussolini. El triunfo de Berlusconi en las elecciones generales de hace dos semanas ha pasado dura factura al centro-izquierda, que gobernaba la capital italiana desde hacía 15 años. En realidad, el Ayuntamiento de la Ciudad Eterna ha sido feudo de la izquierda durante las últimas tres décadas, salvo un breve paréntesis democristiano. El nuevo alcalde será Gianni Alemanno, lugarteniente del líder de Alianza Nacional y próximo presidente de la Cámara de Diputados, Giancarlo Fini. Alemanno, con un pasado político muy controvertido, ha derrotado en la segunda vuelta de forma imprevista al verde Francesco Rutelli, quien por dos veces había sido el primer edil durante los noventa y cuya gestión se caracterizó por revitalizar el mundo de la cultura y limpiar las fachadas más emblemáticas del casco urbano con motivo del Jubileo.
Es una neta y humillante derrota no sólo para Rutelli, vicepresidente y ministro de Cultura en el Gobierno de Prodi, sino también para Walter Veltroni, el máximo dirigente del nuevo Partido Democrático, quien durante los últimos siete años también había ocupado el primer sillón del Campidoglio y cuyo liderazgo se ve cuestionado después de este revés. Será interesante observar su impacto en el primer congreso que su partido tiene previsto celebrar antes del verano.
Bien se puede afirmar que Italia ha girado de nuevo hacia la derecha. Pero con recetas odiosas del conservadurismo más rancio y retórico. Silvio Berlusconi, el multimillonario empresario metido a la política, ha renacido de las cenizas más por los defectos y carencia de sus oponentes que por sus propias virtudes. Berlusconi, líder del Pueblo de la Libertad (PDL), ganó las elecciones hace dos semanas enarbolando la bandera del fantasma del miedo al incremento de la inmigración y la criminalidad, y con la colaboración de la Liga Norte de Umberto Bossi, que defiende precisamente la aplicación de políticas xenófobas y racistas.
En ese sentido, Roma se ha convertido en el escenario perfecto del programa berlusconiano. El nuevo alcalde ha predicado durante la campaña que la capital no puede continuar soportando un clima de inseguridad y degradación. Alemanno afirma que una de sus primeras medidas será la expulsión de los 20.000 inmigrantes que viven en situación irregular.
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