Un hombre tuvo secuestrada a una hija 24 años para abusar de ella
Elisabeth Fritzl dio a luz siete bebés fruto del incesto de su padre, Josef
Una joven de 19 años que ingresó en un hospital austriaco con una enfermedad rara (poco frecuente) ha sido el hilo que ha llevado a la policía austriaca hasta un espeluznante ovillo. La muchacha, Kerstin, de 19 años -cuya vida sigue en peligro- fue llevada al centro sanitario por su abuelo, Josef Fritzl. Cuando los doctores quisieron ver a la madre de la mujer, estalló el caso: ésta, Elisabeth, llevaba 24 años secuestrada en un sótano de la casa de sus padres. En ese tiempo, Josef había abusado sexualmente de ella en numerosas ocasiones. Como resultado, había dado a luz a siete hijos, de los que sobreviven seis.
La madre de la secuestrada adoptó y crió a tres de sus propios nietos
La madre de la enferma tiene ahora 42 años, y, según ha declarado a la policía, empezó a sufrir las violaciones de su padre cuando tenía 11 años. Ocho años más tarde, el 28 de agosto de 1984, éste la drogó, la ató y la encerró en un calabozo que había preparado en el sótano de su casa. De ahí no salió hasta que la enfermedad de su hija hizo injustificable su desaparición.
La historia ha conmovido a Austria, que vuelve a ser escenario de una historia terrorífica de secuestro y abuso a largo plazo de una mujer. Hace apenas dos años se conoció el caso de Natascha Kampusch, la joven que pasó ocho años encerrada en casa de un vecino de la familia.
La policía entró ayer en la casa con el padre, y éste les facilitó el código para acceder al sótano, donde habían vivido Elisabeth y dos de sus hijos, Stephan, que ahora tiene 18 años, y Félix, de 5. Los chicos, que no estaban inscritos y que no habían recibido nunca atención sanitaria o educativa, no habían salido al exterior, y se habían mantenido en el calabozo -una sucesión de habitaciones con el suelo de tierra y el techo bajo que se fueron ampliando según la familia crecía- desde que nacieron. El zulo, aunque pequeño, constaba de varias habitaciones, e incluso tenía una cocina y un sanitario.
Mejor suerte que los que fueron condenados a permanecen bajo tierra habían corrido los otros tres hermanos. Su abuelo y supuesto padre -todavía hay que realizar las pruebas de ADN que confirmen la paternidad- explicó a su mujer y sus vecinos que se los había encontrado cerca de su casa. Y él y su mujer, Rosemarie, quien aparentemente no sabía nada de lo que ocurría en su propio sótano, los acogieron o adoptaron. Hubo un séptimo hijo, mellizo de uno de los que han sobrevivido, fruto de los abusos a los que el hombre sometía a su hija, que murió al poco de nacer. Entonces el secuestrador quemó el cadáver.
Según declararon los vecinos de Amstetten, una ciudad de 23.000 habitantes situada en el estado federado de la Baja Austria, a unos 100 kilómetros de Viena, el hombre mantuvo siempre la historia de que su hija había ingresado en una secta, y ellos le creyeron.
Josef también recurrió a una supuesta aparición de su nieta inconsciente cerca de su casa para explicar por qué la llevaba al hospital. El abuelo, que había llevado a la enferma a la clínica, argumentó que desde hacía 24 años no sabía dónde estaba su hija, y que tampoco tenía idea de cómo su nieta había sido abandonada en estado inerte cerca de su casa.
Josef Fritzl, de 73 años, ha sido arrestado y se ha negado a prestar declaración, según comunicó en una rueda de prensa el jefe de la Oficina contra el Crimen de la Baja Austria, Franz Polzer. La hija Elisabeth, de 42 años, según Polzer, está "pálida y parece mucho mayor de lo que es". Ayer sólo se mostró dispuesta a declarar cuando la policía le aseguró que no tenía ya que volver a ver a su padre, y que ella y sus hijos estarían bajo protección.
Como en el caso de Natascha Kampusch, también esta vez causa desasosiego la falta de inquietud en el entorno social de la víctima. La madre de Elisabeth, de 69 años, esposa del maltratador y madre adoptiva de sus propios nietos, dice que no había notado nada de nada.
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