"Vives tal paranoia que te da vergüenza ir a comisaría"

"Me enteré de que me estaba haciendo mobbing [acoso moral] cuando fui al Area Médica. Me dieron un libro en donde se explicaba lo que era el acoso. Parecía que había sido escrito para mí. Describía lo que me estaban haciendo mis jefes de la A a la Z". Itxaso (nombre ficticio) estuvo de baja más de un año.

Las cefaleas, úlceras de estómago y mestruaciones horribles que sufría Itxaso, destinada junto a su esposo, también ertzainas, en una comisaría guipuzcoana, eran sólo la epidermis de un caso de mobbing de libro, según los afectados. "Las depresiones se enmascaran en dolores físicos", reconocía el jueves en la jornada mujeres policía la jefa del Área Médica de Interior, Itziar Azkuenaga.

"Te hacen llegar a pensar que eres tonto, que no sabes hacer tu trabajo"

"Al final vives tal paranoia que no quieres ni aparecer por comisaría. Sobre todo con las perrerías que los jefes decían a nuestros compañeros: que si éramos unos inútiles, unos jetas, unos vagos, que por nuestra culpa los demás tenían que apechugar con el trabajo. Y se te queda en la cabeza. Me daba vergüenza ir a entregar el parte de baja a la comisaría. Estaba fatal", dice Jon (identidad ficticia).

Itxaso estuvo más de un año de baja. Su esposo, ocho meses. En su comisaría, lo que esta pareja de policías denomina "la jefatura" provocó en 2003 una veintena de bajas psicológicas. Ambos son dos agentes curtidos en el trabajo policial, de las primeras promociones de la Ertzaintza y con un sentido del trabajo y del servicio a la comunidad muy asentado. Nada que ver con el perfil de "bajista profesional" que Interior atribuye a buena parte de los agentes

"Era una presión tremenda. Te pedían informes por cualquier cosa, te cambiaban de grupo sin mediar palabra. Y venga a fiscalizar tu trabajo y a emitir órdenes e instrucciones que sabían perfectamente que no eran pacíficas. La jefatura buscaba problemas donde no los había, y creaban otros donde no tenían por qué producirse. Trabajas con una carga, una presión y un estrés enormes. Era inaguantable", rememora este agente, que tras el cambio de la jefatura hace ya unos años no ha vuelto a estar de baja. Después de coger el alta, siguió yendo al psicólogo, pero aún recuerda cómo a sus "acosadores" nadie les dice lo que están haciendo. "Si tienes suerte, les trasladan a otra comisaría o a otro puesto". Es decir, exportan el problema. Y vuelta a empezar. "Aguantas hasta que el médico, el psicólogo te dicen que estás mal, que hay una situación en tu trabajo que te está machacando", rememora Jon. Tanto él como su esposa han vuelto a pasar por la retina toda aquella situación recientemente. En el juicio que mantiene contra Interior en la vía contencioso administrativa. Y no es plato de gusto, reconocen ambos.

"Te hacen llegar a pensar que eres tonto, que no sabes hacer tu trabajo. No hablábamos de otra cosa que de eso. Encima los dos ertzainas, nos lo llevábamos a casa. Y allí teníamos los hijos esperando. El pequeño me preguntaba: ¿qué le pasa a aita? Y salías del paso como podías, intentando que no te vieran lo mal que estabas", recalca Itxaso.

Montaña rusa emocional

"No estamos preparados para ese desequilibrio emocional diario. Yo no he sido llorón nunca. Y un día, delante de la televisión, viendo un programa insulso, me di cuenta de que empezaban a colgarme las lágrimas", relata Jon al recordar su particular montaña rusa emocional.

Cuando se interroga a esta pareja por los planes de Interior contra el acoso -el decreto para encauzar este tipo de situaciones, norma que designa a los mandos como mediadores entre las partes-, ambos sonríen. "¡Los maltratadores son los que tienen que mediar! Cuando quien media es la parte interesada, no puede ser eficaz", dicen ambos ertzainas. "La responsabilidad mayor está en la Administración. Tendrían que tomar medidas en el minuto uno y con personas ajenas a una estructura tan jerarquizada como esta", concluyen.