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Reportaje:

Mediadores en la babel hospitalaria

Traductores voluntarios asisten a los extranjeros en el Clínico de Málaga

Hace una semana, Málaga quedó impactada por el accidente de tráfico en el que perdieron la vida nueve turistas finlandeses y otros 40 resultaron heridos de diversa gravedad. Fueron trasladados a diferentes hospitales de la capital, donde la noche fue larga para ellos y para sus familiares.

Igual de larga fue para Tomás Campos, quien hasta entrada la madrugada asistió como intérprete a los ingresados, atendiendo sus peticiones de que tranquilizase a sus familias e incluso acompañando hasta la misma puerta del quirófano a los que iban a ser intervenidos. Tomás, como Judith Knowles, Alicia Llopis, Servando Silva y otros 18 voluntarios más, son los integrantes de la asociación de intérpretes voluntarios que se encarga de atender a los extranjeros que acuden al Hospital Clínico de Málaga sin tener noción alguna de español. Unos voluntarios que dedican un día a la semana, de 9.00 a 16.00, a ofrecer sus conocimientos idiomáticos a quienes los necesitan y que actúan casi como integrantes de los servicios sociales. Además de contar con traductores en inglés, alemán, árabe, danés, finlandés, francés, holandés, noruego, ruso, sueco y chino, los miembros de este servicio, con una media de 65 años, aunque los hay más jóvenes y más mayores, se encargan de otras tareas y gestiones que ellos facilitan por su capacidad de comunicarse con los enfermos o sus familiares.

"Cada día hay un mínimo asegurado de tres intérpretes en el hospital y se suelen atender a unos 50 o 55 pacientes extranjeros", explica Knowles, presidenta de la asociación constituida en 2000. "Todos aplicamos el sentido común a nuestra labor. Nuestro logro es llegar y cumplir cada día con el objetivo, que no es otro que solucionar los problemas que puedan tener los enfermos y que por su incapacidad de comunicarse no pueden resolver", señala Llopis, que resalta el afecto y buen trato que reciben por parte de todos los estamentos del hospital. Knowles, la más veterana, sabe de la importancia de su labor en una provincia donde reside gente de más de 140 nacionalidades y en la que algunos municipios son auténticas colonias de extranjeros, poco dados a dedicar tiempo de golf o playa a aprender español. Por ello, no sólo han de atenderlos en cuestiones médicas exclusivamente, sino que han de colaborar para arreglar papeleos, traslados o para localizar a los familiares... "Estamos en contacto con los servicios sociales y con ellos arreglamos todos los problemas que se derivan del internamiento", apunta Silva, que lleva ocho años como voluntario y que en este tiempo ha asistido a momentos muy duros que prefiere no recordar y a otros casi cómicos, si no fuera por el trasfondo. "Recuerdo un caso que me impactó mucho. Fue la muerte de una chica irlandesa en quirófano tras sufrir un accidente de moto acuática en Torremolinos. Fue muy duro salir y decirle al novio y al resto de amigos que había fallecido. Estuvimos hasta la madrugada consolándolos y esperando a la familia...", rememora Knowles. Fallecimientos, localización de familiares para contarles la noticia,personas que mueren solas... Esos son los tragos más difíciles para estos voluntarios que también viven momentos surrealistas y otros más felices, como ver salir a los enfermos ya recuperados. "A un señor mayor le amputaron una pierna y tuvimos que llamar a sus hijos a Noruega porque no sabía qué hacer con ella, si incinerarla o repatriarla a su país", cuenta entre risas Silva.

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