Los apocalipsis al sol

En el dinámico, y con frecuencia estimulante, paisaje del cortometraje español suele detectarse la presencia de un modelo de trabajos con algo de catálogo de posibilidades de un talento (casi) formado. Ése fue el caso de Brasil (2001), debut de F. Javier Gutiérrez: una película en miniatura que revelaba a un profesional con completo control de la forma, sentido del espectáculo y enorme capacidad para comunicarse con el público. Era ese tipo de trabajos que, en EE UU, suelen garantizar a su creador un aluvión de ofertas. Que entre ese corto y el presente largometraje Gutiérrez sólo haya realizado un estimable trabajo de un minuto, la muy cinéfila La habitación de Norman (2002), por encargo de un programa televisivo, supone un sintomático testimonio de la (atrofiada) rapidez de reflejos de nuestra industria.

Si en Brasil el director jugaba a construir un mecanismo narrativo de funcionamiento implacable y preciso, Tres días tiene su toque de distinción y su mayor peligro en un particular juego de contrarios aplicado a las mecánicas del suspense: bajo el telón de fondo de un apocalipsis mayúsculo (la caída de un meteorito sobre la Tierra), un grupo familiar tiene que afrontar y neutralizar un apocalipsis privado (la venganza de un viejo enemigo fugado de prisión). La estrategia parece, a veces, jugar contra el impacto del conjunto, pero, al mismo tiempo, lo barniza de fatalismo y permite cerrar este thriller heterodoxo con un plano tan hermoso como desolador, perfecto punto final de un estreno imperfecto, pero siempre puntuado por el empeño de F. Javier Gutiérrez de cargar de fuerza cada imagen.