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Reportaje:

Tres historias sobre el agua

'Über wasser' invita a reflexionar sobre el futuro de un bien mal repartido

¿El agua es una mercancía o un derecho humano? El director de cine austríaco Udo Maurer ha viajado a tres puntos del planeta para rodar la difícil relación de sus habitantes con el agua, por exceso o por defecto. El resultado es el documental Über wasser, una invitación a los espectadores a reflexionar sobre el trato que el hombre da a la Tierra y a preguntarse sobre la percepción acerca de un bien que los ciudadanos dan por supuesto.

La película, que se proyectará esta tarde (19.30) en el Festival de Cine y Derechos Humanos de San Sebastián, arranca en Bangladesh. Allí, la vida de los agricultores corre peligro por la erosión que causa el exceso de agua. Tienen que adaptarse a la fuerza de la naturaleza y transforman los tejados de chapa de sus casas en embarcaciones donde transportar sus bienes a terrenos secos cuando se inundan sus poblaciones.

El festival de San Sebastián aborda el conflicto palestino en 'Morir en Jerusalén'

Über wasser continúa en Kazajstán. La capacidad del Mar de Aral se ha reducido hasta tal punto que la ciudad de Aralsk, antes un puerto pesquero, ha terminado convirtiéndose en un desierto. El documental recala por último en Kibera, el mayor suburbio de Nairobi (Kenia), donde lograr un bidón de agua limpia es una tarea ardua y carísima para lo que se pueden permitir sus habitantes.

A diferencia de lo que ha hecho en otros trabajos, Maurer renuncia esta vez a aportar su "punto de vista occidental". La voz la toman sólo los ciudadanos para "describir su situación y sus problemas", destacó ayer el director, quien antes de empezar a rodar en cada lugar pasó unas semanas intercambiando opiniones con sus habitantes para ganarse su confianza. En los tres casos, las mujeres juegan un papel "muy importante".

Mujeres son también las protagonistas del documental Morir en Jerusalén, que se proyectó ayer en el festival y que recuerda cómo una joven israelieta de 17 años fue asesinada por una terrorista suicida palestina de su misma edad en marzo de 2002. A partir de este episodio, la directora del filme, Hilla Medalia (Tel Aviv, 1977), propicia el encuentro vía satélite entre las madres de ambas chicas. No se produce un acuerdo entre ellas, más allá de calificar la política de "maldita" y de reconocer el dolor mutuo por la pérdida de sus hijas.

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"Se muestra la complejidad del conflicto", comentó Medalia horas antes de la proyección. En cualquier caso, la directora, quien ha intentado "no juzgar a ninguna" de ambas madres, se agarra a "un elemento de esperanza: pese a la tensión, ninguna de las dos se levantó y se fue".

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