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LOS PROBLEMAS DE LA SANIDAD PÚBLICA

La falta de higiene provocó 11 muertes en el Clínico en 2002

Entró en urgencias con una herida en la cabeza por una caída. La mandaron a casa, pero empezó a encontrarse mal y al día siguiente tuvo que volver. Ya no salió. Rosa Benito, de 80 años, murió en el hospital Clínico San Carlos de Madrid en abril de 2002.

La causa del fallecimiento, según recoge una sentencia del 3 de abril del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, fue una infección que contrajo en el hospital y que provocó otras 10 muertes en la UCI sólo durante ese mes.

La hija de la fallecida acusa al hospital de no admitir la infección
"Choca que en la UCI no se pueda aislar a los pacientes", dice el informe pericial

El tribunal considera que no se adoptaron "todas las medidas de asepsia [las encaminadas a mantener un espacio libre de elementos infecciosos] exigibles", por lo que condena al Servicio Madrileño de Salud a pagar una indemnización de 50.000 euros. La sentencia habla de "un evidente exceso de infecciones hospitalarias en relación a las tasas inevitables en todo hospital".

La UCI del Clínico se cerró después de este episodio, un brote de un microorganismo SAMR (Stafilococo aureus meticilin resistente), según recoge el informe pericial y admite el jefe del Servicio de Medicina Preventiva en un escrito que consta en el sumario. En sus conclusiones, a la perito le "llama la atención" el elevado número de muertes en la UCI en pacientes con septicemia (infección generalizada y muy grave). De los 11 diagnosticados en abril de 2002, todos murieron. Entre ellos, Ángel Francisco García, de 48 años, que ingresó por una neumonía y tampoco volvió a salir del hospital. Su viuda, Concepción Sánchez, denunció y está a la espera de la sentencia. El resto de afectados podría no saber qué causó la muerte de sus familiares, afirma el abogado que lleva ambos casos, Álvaro Sardinero."Yo entraba a verle y dejaba el bolso y la chaqueta sobre la cama. Incluso cogía unas gasas, las mojaba con agua del grifo y se las ponía en la boca, porque no le dejaban beber". Concepción recordaba ayer la falta de asepsia que había en la UCI del Clínico cuando iba a visitar a su marido, que pasó allí tres meses "cogiendo una infección tras otra". María Ángeles, la hija de Rosa, también presenció esa falta de control: "Estábamos sin mascarilla, vestidos de calle, las papeleras al aire. Un operario entró un día para arreglar una persiana. Al lado de las camas".

Concepción asegura que preguntó por qué no aislaban a su marido para que dejara de contagiarse. "El médico dijo que no había sitio". El informe pericial lo confirma: "Choca que en el procedimiento de la UCI no se indique el aislamiento en cabinas asépticas a los pacientes más débiles y susceptibles de ser infectados, así como a aquellos [...] colonizados o infectados [...] para evitar contagiar a otros enfermos". El jefe de Medicina Preventiva, José Fereres, también comunicó a la dirección médica que el servicio "carece de las condiciones de infraestructura necesarias para realizar aislamiento individual de los pacientes infecciosos que lo precisen". El escrito continúa: "Como sabes, el último brote de SAMR en la sala general de la UCI afectó a 11 enfermos y fue una de las causas del cierre y reforma de esta unidad".

María Ángeles estaba ayer "satisfecha" con la sentencia. Justo ayer se cumplían seis años de la muerte de su madre, una mujer "independiente, que salía y entraba, hacía gimnasia...". Rosa, que vivía sola en Salamanca, había venido a Madrid a pasar unos días por el cumpleaños de su nieto. Un día le dio un mareo y se cayó. Una "heridita mínima en la cabeza", pero por si acaso fueron a urgencias. María Ángeles cree que fue allí donde cogió la infección. El servicio, cuenta, estaba colapsado: gente atiborrando los pasillos, médicos que no daban abasto, historiales revueltos sobre las mesas... Lo calificó de "dantesco", adjetivo que retomó la perito en su informe para asegurar que ese escenario "no parece el más idóneo para el control de infecciones nosocomiales [hospitalarias]".

Rosa mejoraba y empeoraba día sí, día también. "No me decían que tenía una infección", se queja su hija. Sólo que había "recaído". Al final lo reconocieron, cuenta, pero nunca admitieron que se la hubieran contagiado en el hospital. Aguantó un mes y cuatro días. "Se reinfectaba constantemente porque no la aislaban". María Ángeles, que es hija única, sólo se arrepiente de una cosa: "Me la tuve que haber llevado de allí y no lo hice".

A Rosa le diagnosticaron SAMR en dos análisis el 8 y el 14 de abril, según el informe pericial. Se trata de un microorganismo muy resistente y muy virulento, presente en casi todos los hospitales españoles. La posibilidad de contraer una infección en un hospital es del 7%, según Josep Vaqué, coordinador general de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene. En una UCI, donde los pacientes son más vulnerables, el porcentaje oscila entre el 20% y el 30%. "Cuando se dan dos casos o más se tiene que declarar como brote", aseguró.

Concepción se alegra por la sentencia que da la razón a María Ángeles. "Moralmente, es un éxito". Se conocieron en la UCI, con sus familiares en camas contiguas. Para Concepción, el triste aniversario es este sábado. A Ángel, después de "coger de todo" durante tres meses, al final le salieron unas manchitas. Era varicela. Entonces sí decidieron aislarle. "Cuando ya se estaba muriendo", se lamenta Concepción. Allí, en una cabina, cuenta que sí que les pusieron batas y mascarillas. "Para que él ya no contagiara a nadie".

Los hijos de Ángel y Concepción, que entonces tenían 13 y 17 años, nunca visitaron a su padre en la UCI. Él no quería que lo vieran así y, además, estaba seguro de salir adelante. "Y ya no salió", dice Concepción. Su abogado, adscrito al Defensor del Paciente, cree que su caso tendrá sentencia en pocas semanas. Para María Ángeles la lucha aún no ha acabado. "La vida de mi madre no tiene precio. Allí había unos responsables y habrá que depurar esa responsabilidad

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