¿Por qué no?
Paco Cuéllar, secretario general del Proyecto Gran Simio, me ha mandado un e-mail sencillo y sensato que merece ser oído. Se duele Cuéllar, con poderosa imagen, de la desgracia de África, "ese gran Titanic que se hunde" del que escapan los náufragos a miles en pateras, y que, para sobrevivir, está malvendiendo y arruinando sus reservas naturales. Aunque PGS es una oenegé pobre, han conseguido fondos para mandar a África a una veterinaria española que rescatará animales y para traer a una joven congoleña que estudiará aquí veterinaria, especialidad inexistente en su país. Son buenos proyectos pero sin duda mínimos, inapreciables gotas dentro de un océano de carencias. Hace poco una gran empresa española contactó con PGS para hacer algo en África, pero se echó para atrás por la inestabilidad política de la zona. La violencia, la pobreza y la corrupción crean un anillo de fuego en el que África se abrasa, un círculo vicioso que es preciso romper.
A fines de mayo habrá una convención de embajadores africanos en Madrid, y Cuéllar se pregunta qué podríamos ofrecerles. Y se contesta: ¿Tal vez ayuda con el turismo? España es una potencia turística y posee la más completa legislación de protección de la naturaleza de Europa; el Estado y las empresas españolas podrían ayudar a desarrollar un turismo conservador del medio. ¡Se necesitaría tan poco dinero y tan poco esfuerzo para ello! El mes pasado, en el Campeonato de Motociclismo de Jerez, la DGT se gastó, en un fin de semana, dos millones de euros en señalización y seguridad, mientras que las subvenciones estatales para actividades de cooperación y desarrollo en todo el mundo y todo 2008 suman 87 millones: ¿no es desproporcionado? Cuéllar concluye: "España está haciendo fuertes inversiones en turismo en Cuba, ¿por qué no también en África?". Cierto: ¿por qué no?
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