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La carrera hacia la Casa Blanca

Un comentario sobre la amargura del desempleo pone a Obama a la defensiva

Hillary Clinton y el republicano McCain acusan a su rival de elitista y radical

Antonio Caño

Un comentario de Barack Obama sobre los efectos políticos y sociales que los problemas económicos producen, a veces, entre las clases menos favorecidas ha desatado una tormenta política de tal magnitud que se ha llegado a comparar con históricos fiascos electorales que arruinaron antes las carreras más consistentes. Sus rivales, Hillary Clinton y John McCain, le han acusado de elitista y radical, y algunos columnistas políticos lo sitúan repentinamente a la defensiva y hasta le acusan de comunista.

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El comentario, hecho por Obama el 6 de abril en una reunión de recolección de fondos en San Francisco, es el siguiente: "En esas pequeñas ciudades de Pensilvania, como en muchas otras pequeñas ciudades del Medio Oeste, se han estado perdiendo puestos de trabajo durante 25 años sin que otros los reemplacen. Y cayeron durante la Administración de Bill Clinton y durante la Administración de George Bush, y cada Administración, sucesivamente, les iba diciendo que esas comunidades se iban a regenerar, pero no ha sido así. Y no es sorprendente, por tanto, que se amarguen, que se amarren a las armas o a la religión o a la antipatía de gente que no son como ellos o al sentimiento antiinmigrante o al sentimiento contra el libre comercio como una forma de explicar sus frustraciones".

Esas palabras, discutibles, por supuesto, pero en absoluto ajenas a la difícil realidad que se vive desde hace años en esa región maltratada por la nueva economía, han sido suficientes para que los rivales de Barack Obama le acusen de despreciar los valores de la clase trabajadora, poner en duda su fe religiosa, insultar a los cazadores, extender el odio racial y defender los tratados de libre comercio.

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Desde que Obama pronunció esa frase, la campaña de Clinton ha estado dedicada al 100% a repetirla y criticarla en discursos, anuncios televisivos y entrevistas. "Creo que son comentarios elitistas y divisivos, y el Partido Demócrata, desafortunadamente, ha sido visto por mucha gente en la última época como un partido elitista y desapegado de la gente", ha comentado la candidata demócrata.

Su marido, el ex presidente Bill Clinton, dijo el domingo que algunas personas le han parado por la calle para decirle: "Quiero que sepa algo sobre la clase trabajadora de Pensilvania. No estamos amargados por nada. Estamos orgullosos de cómo somos".

Hillary Clinton, que ha recordado los fuertes valores religiosos que vivió en el seno de su familia y el adiestramiento a las armas que, desde muy niña, recibió de su padre, ha asegurado que ella comparte ese orgullo por el estilo de vida de los trabajadores de las pequeñas ciudades.

Durante todo el fin de semana, esta historia ha estado en las primeras páginas de los periódicos y ha abierto los informativos de las televisiones. The Washington Post decía que este asunto "refuerza el estereotipo de que Obama está desconectado de la clase media". USA Today afirmaba que Obama es ahora más "vulnerable a los ataques republicanos". La cadena ABC informaba de que Clinton está presentando a Obama como "un campeón de la política de la amargura". En el extremo, el columnista conservador William Kristol comparaba, en The New York Times, la declaración del candidato demócrata con el texto de Carlos Marx sobre la religión como el opio del pueblo.

Obama no ha tenido más remedio que pedir disculpas "por no haber elegido las palabras más adecuadas" para expresar lo que pretendía reflejar, las graves consecuencias que una crisis económica puede tener sobre la convivencia ciudadana.

Pero también ha denunciado que todo esto no es más que una burda manipulación política, que admite como regla del juego en el caso del candidato republicano, pero no en el caso de Clinton. "Debería de avergonzarse de lo que ha hecho", dijo Obama.

Todo se explica, desde luego, por el momento trascendental en que se encuentra la campaña electoral para la presidencia y por la proximidad de las primarias en Pensilvania, donde, precisamente, el voto de esa clase trabajadora de pequeñas ciudades dormitorio, resulta decisivo.

Para Hillary Clinton es imperativo ganar -y ganar con holgura- el próximo martes en Pensilvania para continuar en esta carrera. Durante semanas su ventaja en las encuestas ha sido en torno a los 20 puntos. En los últimos siete días ese margen se redujo a cinco. Su victoria sigue siendo muy probable hoy, pero un margen estrecho no le daría una diferencia significativa en número de delegados.

Ahora hay que ver cuál es el impacto que esta polémica sobre la amargura de la clase media tiene en los resultados finales. Mañana habrá una primera oportunidad de comprobarlo en el debate cara a cara que Obama y Clinton sostendrán en Filadelfia.

Las campañas electorales en Estados Unidos son tan intensas como sensibles al más mínimo movimiento. Hace cuatro años, el claro favorito a la Casa Blanca, Howard Dean, se hundió por un grito exagerado tras el triunfo en unas primarias. La historia está llena de casos similares.

El aspirante a la candidatura presidencial demócrata Barack Obama se cruza en el escenario con su rival Hillary Clinton en un acto en Grantham (Pensilvania).
El aspirante a la candidatura presidencial demócrata Barack Obama se cruza en el escenario con su rival Hillary Clinton en un acto en Grantham (Pensilvania).AP

La polémica

- Barack Obama: "Y no es sorprendente, por tanto, que [los habitantes de las pequeñas ciudades del Medio Oeste] se amarguen, que se amarren a las armas o a la religión o a la antipatía de gente que no son como ellos o al sentimiento antiinmigrante o al sentimiento contra el libre comercio como una forma de explicar sus frustraciones".

- Hillary Clinton: "Creo que son comentarios elitistas y divisivos, y el Partido Demócrata, desafortunadamente, ha sido visto por mucha gente en la última época como un partido elitista y desapegado de la gente".

- John McCain: "La gente de las pequeñas ciudades es el corazón y el alma de este país. Fueron ellos quienes sobrevivieron a la Gran Depresión, lucharon en la II Guerra Mundial y construyeron una fuerte economía tras la guerra. La religión ha dado un sentido y un propósito a sus vidas".

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