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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Argentina no está en Europa

Cada vez que leo la columna de opinión firmada por Vargas Llosa, hago ingentes esfuerzos para evitar el sofoco que me producen sus pensamientos políticos, los que deploro tanto como admiro su literatura. Y la de Borges.

Pero La Cuarta Página del ejemplar de este domingo 6 de abril superó mi capacidad de reprimir la indignación. Su relato nostálgico acerca del país idealizado de los literatos del grupo de Florida es tan elocuente que no es necesario siquiera fundamentar que la ideología le ha nublado la vista, la razón y la memoria.

Porque precisamente él no ignora que Argentina no es un país europeo. Y que Buenos Aires es sólo su ciudad capital. Tampoco seguramente ignora que el grupo de Boedo narró ya entonces ese otro país ignorado: el de los locos, los marginales, los desheredados.

Basta tomarse cualquier tren hacia el interior del país para comprobar que, muy a pesar suyo, sí hay en esta tierra "cholos", "indios" y otros bárbaros que -también quiere desconocerlo el literato- fueron los habitantes originales de estos suelos hasta que la civilización decidió quedarse con sus tierras para hacer patria. Para construir un Estado a costa de sus naciones. Para edificar una sociedad cuya vidriera pretendió ser la muy parisina ciudad de Buenos Aires.

Muchos descendemos de europeos, claro, pero eso no parece darnos el estatus de tales, a poco que se vea que, cruzando el océano, muchos no dejan de ser sudacas. ¿En qué quedamos?

Lo que vivimos se parece, sí, a una pesadilla, que no comenzó ahora sino hace decenios. Muchos de sus hacedores también consideraron innecesario tomarse ese tren al interior. Es más: uno de ellos, vendedor del sueño del Primer Mundo, decidió privatizar las redes ferroviarias -lo que significó su destrucción- y profundizar ese mal sueño que, asumámoslo, ya no es tal, sino nuestra realidad pura y dura.

En cualquier caso, gracias, pero no queremos que ciertos fantasmas sean los que nos despierten. Y tampoco, al menos yo, que el señor Vargas Llosa sea quien escriba nuestra historia.

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