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Biarritz muestra la potencia del arte ritual africano a través de 140 piezas

Las obras proceden de la colección privada de un matrimonio francés

Fueron creados como objetos rituales en las tribus africanas, pero con el tiempo se han convertido en verdaderas obras de arte. La cripta Santa Eugenia de Biarritz expone desde hoy y hasta el próximo 22 de junio 140 piezas, la mayoría máscaras, estatuas y fetiches, que no pretenden ofrecer un panorama general del arte africano, pero sí algunas claves de esta civilización.

Las obras pertenecen a la colección privada que ha ido reuniendo durante los últimos 25 años el matrimonio formado por Catherine y Patrick Sargos, que ha continuado así la senda que en su día inició el bisabuelo de él. Aunque la pareja ha realizado préstamos puntuales de algunas piezas, es la primera vez que se puede ver una selección completa de sus fondos, según subrayó ayer la directora de Cultura del Ayuntamiento de Biarritz, Marie-Christine Rivière, durante la presentación de la exposición en San Sebastián.

"A través de una escenografía muy delicada y estructurada" que ha corrido a cargo de la empresa donostiarra Tipula, "la exposición muestra la potencia de cada objeto y permite entrar en la magia de cada uno de ellos", resaltó por su parte Patrick Sargos.

Bajo el título Arte africano. Del pensamiento mágico al milagro del arte, la muestra arranca con un espacio central, una especie de lugar de encuentro, donde el visitante encontrará una introducción general y podrá conocer la diferencia entre un fetiche y una estatua de antepasado. O cuál es el papel de las ceremonias enmascaradas.

Las piezas están luego reagrupadas en cuatro grandes zonas. El apartado dedicado a África del Oeste reúne a diez países, y lo hace por una cuestión puramente geográfica, ya que cada uno tiene un estilo. Lo que no quita para que muchas esculturas que han contribuido al reconocimiento del arte africano en el mundo provengan de estas regiones, muy especialmente de Costa de Marfil, vivero de obras maestras.

Nigeria se ha ganado un espacio propio porque es un país muy productivo, según apuntó Sargos. De aquí proceden algunas estatuas en barro cocido de un alto nivel artístico que tienen más de 2.000 años.

Un tercer apartado se detiene también en un solo país, Camerún. Su montañosa geografía propició la aparición de pequeñas ciudades independientes, que desarrollaron culturas propias. Destacan en este caso objetos que provienen de los Fang-Boulou, una etnia que adora a los monos y cuyas obras son muy raras.

Una cuarta parte está centrada en África central, donde brilla especialmente la República Democrática del Congo, el antiguo Zaire, y sus máscaras. Cada una tiene una función distinta. Las hay reservadas a las ceremonias fúnebres. Otras, sin embargo, sirven de llamamiento a la fecundidad.

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