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CEREBRO | Mecanismos del habla

De los sonidos de los bebés al lenguaje como parche evolutivo

Los humanos son muy especiales porque cuando son todavía bebés, en su primer año de vida, "hacen cosas poco rebuscadas, muchas tonterías, gesticulan sin sentido y utilizan sílabas como la-la-la que no tienen sentido", dice Friedemann Pulvermüller, neurobiólogo de la Universidad de Cambridge. "Antes se consideraba que era un prelenguaje, pero con la neurociencia creemos que es un paso importante para vincular la acción con la percepción. Produzco un sonido, lo escucho, y luego las partes del cerebro que procesan los sonidos se activan junto con las partes que controlan los movimientos".

Los idiomas han podido desarrollarse varias veces y desaparecer

¿Cuándo se originó el lenguaje? ¿Por qué los humanos tenemos esta capacidad, quizá una de las más importantes? Hablamos desde hace miles de años, pero no existen todavía respuestas rotundas. Un grupo de expertos debatió recientemente en Cosmocaixa sobre los orígenes del lenguaje y los últimos hallazgos científicos.

Muchos investigadores hablan del papel de las neuronas espejo, que vinculan percepciones con acciones. Los monos apenas tienen neuronas espejo y hasta los niños pequeños son mejores para imitar y repetir palabras. ¿Cuál es el mecanismo? "Debe de ser una unión entre lo percibido y las representaciones: el sonido de la palabra y los movimientos de la boca, la articulación, deben de estar unidos. Y esto debe suceder miles de veces", añade. Cuando se entiende una palabra, primero se activa la parte del cerebro que escucha y luego la parte motora de forma automática, "aun cuando no sea necesario producir el sonido, porque la representación se esparce por el cerebro".

Las redes neuronales vinculan las redes de información de percepción y las motrices. Con técnicas como la magnetoencefalografía "hemos visto que bastan 20 milisegundos para que esta activación se produzca". También defiende, a través de pruebas neurofisiológicas, la existencia de reglas sintácticas presentes en el cerebro.

Pulvermüller colabora con Marcelo Berthier, de la Universidad de Málaga, en el desarrollo de terapias lingüísticas intensivas para pacientes que han sufrido un accidente neurovascular. "Tratamos de colocar las palabras en el tipo de acciones en el que normalmente se utilizan: por ejemplo, pedir al paciente que le pase la botella de agua para luego verterla en un vaso". La combinación de la terapia lingüística con ciertos fármacos parece tener buenos resultados, según un trabajo de próxima publicación.

"Lo que hace interesantes a los humanos no es el hecho de las palabras en sí mismas, sino poder aprender y crear nuevas palabras", explica Gary Marcus, profesor del departamento de Psicología de la Universidad de Nueva York. Claro que, para Marcus, el lenguaje es imperfecto, con fallos de diseño como "las frases ambiguas" o el empleo de la memoria. Según menciona en un libro de próxima publicación, el lenguaje es un parche similar a la columna vertebral, "un mal diseño de la evolución para soportar el peso del cuerpo", asegura.

Marcus investiga actualmente en las raíces del lenguaje en los niños y cómo se consigue adquirir la gramática. "Enseñamos a niños y bebés una gramática muy simple con frases como ga-ta-ta o na-na-ta y hemos visto que bebés de siete meses son capaces de distinguir diferencias cuando cambiamos el orden; se muestran interesados y creemos que intentan entender la gramática de aquello que escuchan". Marcus también trata de responder hasta qué punto el lenguaje se aprovecha o se crea a partir de la memoria, utilizada para otros motivos, o la separación del lenguaje del resto de la mente.

La arqueología y paleogenética también están poniendo su granito de arena, aunque "el idioma no se fosiliza en los yacimientos", comenta el arqueólogo Francesco d'Errico, del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) de Francia. D'Errico forma parte de los que defienden el desarrollo gradual del lenguaje. "Los hombres arcaicos de Europa y de Eurasia podían tener un idioma, aunque no sabemos si era parecido al del hombre moderno en África". Durante el último año se han realizado varios descubrimientos arqueológicos en el continente africano y en Europa que demuestran que había un comportamiento simbólico en África hace más de 40.000 años.

D'Errico ha participado en el estudio de las trazas microscópicas de los desgastes de un tipo de conchas que se utilizaban como adornos corporales en un yacimiento en Marruecos, entre otros. En cambio, en Europa, durante el Paleolítico Superior se llegaron a utilizar 190 especies distintas de conchas, algo que está relacionado con la regionalización de los objetos de adorno "y que probablemente signifique que ya había una diferenciación etnolingüística, una regionalización de los idiomas en Europa".

La eterna pregunta: ¿hablaban los neandertales? "Tuvieron comportamientos que nos lo hacen pensar, aunque fuera de manera distinta al hombre moderno". Crearon sepulturas, emplearon pigmentos oscuros para la piel y útiles óseos. También parecen corroborarlo los últimos descubrimientos antropológicos realizados por otros investigadores, como huesos que sugieren un aparato fonatorio, o la presencia en los restos de la cueva El Sidrón, en Asturias, del gen FoxP2, crucial en el desarrollo del lenguaje. "Si hablaron, esto favorecería la hipótesis multigenética de los idiomas; los idiomas han podido desarrollarse en varios momentos y también desaparecer", concluye D'Errico.

F. d'Errico, G. Marcus y F. Pulvermüller, de izquierda a derecha.
F. d'Errico, G. Marcus y F. Pulvermüller, de izquierda a derecha.MARCELL·LÍ SÁENZ

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