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En la muerte de una editora

El homenaje de los autores

Los intelectuales recuerdan a Isabel Polanco como una editora cercana

La desolación entre los escritores ayer fue evidente. La noticia de la muerte de Isabel Polanco, aunque temida, causó un enorme impacto en el mundo literario. Todos habían sentido alguna vez su cercanía y su preocupación por ellos. Como editora y como persona.

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Fallece la editora Isabel Polanco

- José Saramago. Se ha perdido una persona buena. Por encima del triunfo, el poder y el dinero, Isabel era una mujer de una calidad humana extraordinaria. Esto es lo más importante. Sabía mirar siempre a su alrededor y sabía reconocer la calidad en los demás. Tengo un recuerdo imborrable del día que me concedieron el premio Nobel. Estaba en el aeropuerto de Fráncfort cuando me lo dijeron e Isabel estaba conmigo. Nos abrazamos y ella se puso a llorar. La alegría que apareció en su rostro y en su mirada no la olvidaré nunca.

- Arturo Pérez Reverte. Ha sido mi editora de siempre. Lo que destaco de ella es su increíble tenacidad y el valor con el que se ha enfrentado a todo: el trabajo, la vida y la muerte.

- Mario Vargas Llosa. Era una mujer extraordinaria que hubiera podido tener una vida muy cómoda pero su amor a la labor editorial hizo que dedicara gran parte de su tiempo a trabajar por la difusión del libro. En lo personal fue un ser encantador e inteligente, que amaba la vida. Todos la vamos a extrañar.

- Juan José Millás. Lo he lamentado mucho. Como autor, la sentí siempre muy cercana como editora y muy fascinada con el objeto libro. Era una persona incansable, estaba en todas las ferias del mundo siempre con un entusiasmo desbordante. Estaba siempre preocupada por el autor, porque nos sintiéramos cómodos. Creo que esa vocación editorial la había heredado de su padre, también esa cercanía.

- Antonio Muñoz Molina. Lo que más recuerdo de ella fue su seriedad y entusiasmo con su trabajo de editora, siempre tan cercana. Se pierde una gran empresaria editorial, muy peculiar. No solo como autor, también en mi trato con ella, siendo yo director del Instituto Cervantes en Nueva York, encontré siempre a una mujer muy abierta y muy serena en sus decisiones.

- Juan Goytisolo. Conocí a Isabel Polanco en la Fundación Santillana. Me pareció una mujer muy motivada y activa. Sabía que estaba enferma y admiré el coraje moral con que mantenía su actividad a favor de la cultura.

- Javier Marías. Era una mujer atenta e interesada por el mundo de la edición, que se dedicaba a escuchar más que a opinar, preocupada por los intereses de los autores. Su labor al frente de Alfaguara, mi editorial, ha sido de una delicadeza absoluta. Es una noticia triste.

- Manuel Vicent. Tenía el gen emprendedor de su padre. Ha llevado su enfermedad con fortaleza y tampoco ha bajado nunca los brazos ante cualquier otra adversidad. No abandonó nunca el barco y el éxito nunca le alteró el carácter. Era una mujer muy natural y próxima.

- Manuel Rivas. Lo primero que me viene a la cabeza es un verso de René Char: "Apresúrate a dejar tu parte de maravilla, rebelión y generosidad". Y eso fue lo que Isabel hizo a su manera. Pero el mejor elogio, el que quizás ella tendría en consideración, es que amaba su trabajo: sembrar libros. Y en su trabajo el único sistema de pesos y medidas que la ilusionaba era la suma de libertad e imaginación. Así intentó vivir hasta el final. Capeando el temporal con libertad e imaginación.

- Luis Mateo Díez. La referencia que tengo yo de Isabel Polanco es la de una persona activa, cercana e interesada por todo lo que hacías. Sabías que te ibas a encontrar a una persona que te conocía, te valoraba y te quería. Siempre me ha gustado mucho esa corriente que se establece con las personas sin muchas palabras, ese respeto mutuo.

- Nélida Piñon. En febrero, Isabel me telefoneó expresándome su alegría por el nacimiento de la Fundación Santillana, en Brasil, país que tanto amaba. Me lo anunció con la voz jovial de siempre y valiente como era me dijo que se empeñaría en resistir. Mis recuerdos van ahora a su familia, a su obra, a los amigos, a su patria y a América Latina. ¡Qué desolación!

- Sergio Ramírez. Me queda la admiración por la devoción con la que asumió siempre su trabajo; fui testigo de la valentía con la que afrontó su enfermedad. Con esa actitud demostraba que siempre puso por delante su devoción por la vida.

Isabel Polanco, en el centro, con Gabriel García Márquez, a la derecha, y Manuel Vicent, en 1999.
Isabel Polanco, en el centro, con Gabriel García Márquez, a la derecha, y Manuel Vicent, en 1999.RICARDO GUTIÉRREZ

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